“Politics is a way of ruling divided societies
without undue violence”
Bernard Crick
La era Macri
El modo de ser de la política en occidente (incluyendo a la Argentina) esta determinado por una
impronta que tiene su nacimiento en un momento y lugar exactos. Se produjo el 15 de marzo del
año 44 A.C., en el Senado romano. Desde entonces, ningún Primus Inter Pares que se destacara
por su brillantez sobrevivió, política o físicamente, a la envidia de sus pares. Le pasó a Kennedy,
pero también a Moreno, a Irigoyen, a Peron en el 55, a Alfonsin.
Y este fue el ultimo estadista que nuestra sociedad fue capaz de producir. Después del 89,
la degradación de nuestra cultura política fue vertiginosa. Repensando la secuencia Menem, De la
Rúa, Kirchner y sus respectivas gestiones resulta evidente que algo esencial se perdió en la
sociedad argentina. Y es que se han degradado la calidad de nuestro Estado y de nuestra cultura
política.
¿Pero que paso después de Alfonsin?
Existen, en mi opinión tres tipos de estados.
Los mas estables son aquellos estados que se organizan sobre sus instituciones; es el caso
de Estados Unidos. Allí no se habla con Obama, se habla con Mister President (que es una
institución), y quien responde tampoco es Obama, es Mister President que lo hace dentro de un
margen muy acotado que le impone la institucion que personifica. Estos estados pueden sostener
políticas estables durante periodos muy largos y producen horizontes de previsibilidad sostenidos
para sus ciudadanos.
El segundo tipo de estado es aquel que se organiza sobre un sistema de partidos políticos
y, si bien son menos previsibles que los anteriores, el marco ideológico partidario al que sus
referentes adhieren los obliga a cierta coherencia en sus acciones de gobierno a lo largo del
tiempo. lnglaterra quizás sea el ejemplo mas claro.
El tercer tipo de estado es aquel que se organiza sobre liderazgos individuales y resulta el
menos estable y previsible de los tres. El poder se ejerce desde la perspectiva singular de quien lo
detenta, sin las restricciones de un sistema institucional fuerte que lo limite y sin estar
referenciado en un marco ideológico en particular. Un estado semejante produce políticas erráticas e imprevisibles mas sujetas a generar estabilidad política al gobernante y fuertemente determinadas por la coyuntura vigente en el momento. No produce ningún tipo de previsibilidad.
La Argentina era, sobre el final de la presidencia de Alfonsin, todavía un estado con un
cierto grado de institucionalidad, pero sobre todo estaba organizado sobre un sistema de partidos
políticos fuertes. Estos ya no existen como tales o al menos no con la cohesión que conservaron
hasta comienzos de la década de los 90. Y esto ha dado lugar al surgimiento de un sistema de
liderazgos individuales.
Se ha hablado mucho sobre “la crisis de los partidos políticos”, pero en realidad la crisis es
mas profunda que el sistema de partidos políticos. La crisis esta instalada en el sistema de valores
y estos determinan la posibilidad de existencia de los partidos políticos.
¿Que es un partido político en el sentido clásico? Es el sujeto político, el tercer termino
entre la sociedad y el estado. La sociedad no puede ocupar directamente el estado para dar
satisfacción a sus demandas. Necesita representantes de estas para que lo hagan. Así, un partido
político se organiza sobre las demandas de un sector de la sociedad y las representa expresando
su ideario político. Esto constituye su identidad y le da previsibilidad. Antes de los 90, cuando se
hablaba de peronismo se sabia que este incluía en su ideario la defensa de los derechos de los
trabajadores, la intención de una distribución mas justa de la riqueza, etc. Cuando se hablaba de
radicalismo se sobreentendía que este defendía los valores republicanos, la educación, el
fortalecimiento de las instituciones, entre otras cosas.
Pero había otro proceso en marcha: la experiencia social de la dictadura había destruido -o
al menos debilitado fuertemente- el lazo de solidaridad entre los argentinos. La solidaridad, se
sabe, es el primer elemento constitutivo de una sociedad. Recordemos esa expresión tan nefasta
que se instauro en nuestro país durante los años de plomo: “… por algo sera”, decíamos cuando
un comando se llevaba a nuestro vecino de toda la vida. “Note metas…”.
Sobre esta disolución del lazo constitutivo primario de una sociedad llego el impacto de la
posmodernidad con su cuestionamiento a los valores fundacionales de la cultura occidental y su
noción de la verdad, ya no como resultante de un sistema lógico fundamentado sino como una
interpretación, con el agravante de instaurar ademas que toda interpretación es valida.
Esta combinación destruyo los grandes consensos y genero una sociedad con múltiples
grupos de interés e interpretación. La producción social de sentido se fragmentó en múltiples
interpretaciones.
Éramos una sociedad de masas y nos convertimos en una sociedad de minorías. Sobre una
sociedad así, los partidos políticos mayoritarios son inviables porque no encuentran un consenso
social de demandas lo suficientemente grande sobre el cual sustentarse.
El tercer fenómeno que contribuyo fuertemente para que nos convirtamos en un sistema
de lideres antes que de partidos fue el fuerte crecimiento de los medios de comunicación de
masas y la frivolización de los contenidos de los mismos, o de la mayoría de estos.
En este contexto, el menemismo sacó a la política de la plaza y la llevo a la farándula. Los
contenidos discursivos ya no importaban en la valoración de un político, sino su carisma en los
medios. Lo propositivo dio lugar a la simpatía. Resultaba electoralmente mas eficaz ser un
cantante famoso, un deportista exitoso o una vedette que un político clásico. La política murió en
el imaginario y dio lugar al espectáculo. Fracasar allí significaba fracasar en la política. La estocada
final a la imagen de De la Rúa fue dada por Marcelo Tinelli.
En ese contexto, tras el derrumbe de 2001 llega el kirchnerismo. La obsesión por el control
de los medios junto con la centralidad que se otorgo al “relato” y el histrionismo creciente,
cercano al ridículo de CFK demuestran que el FPV entendió claramente que la realidad esta en los
medios y no en la realidad. La verdad es una interpretación; no esta en los datos sino en la
interpretación de los datos. Su peor consecuencia fue el relativismo moral aplicado primero a la
doctrina y a la puesta en acto de la normativa después: los delincuentes son la victima, por
ejemplo, y los jueces deben ser garantistas.
Pero la posmodernidad fracaso. La interpretación como estatuto de la verdad ha fracasado
fundamentalmente porque impide legitimar un valor, y si esto no es posible tampoco lo es
legitimar una normativa que requiere siempre, para legitimarse, fundarse en un sistema de valores
estables. Estos valores deben ser compartidos mayoritariamente para generar aceptación de la
normativa que fundan, y estables para generar horizontes de previsibilidad social al ciudadano.
Quizás esto explique el éxito de Mauricio Macri. La nueva noción de verdad no es ya como
quería la modernidad, el emergente lógico argumentativo fundado en un conjunto de valores
indiscutibles sobre los que se legitimaban -y limitaban- o como quería la posmodernidad, una
mera producción de sentido coyuntural y transitorio. Hablar de sentido transitorio es un
oxímoron. Ha comenzado a aparecer, aun tímidamente, un estatuto de la verdad: el acuerdo. Y
esto fue y es lo que Macri propuso desde el comienzo: “hablemos, discutamos, pongámonos de
acuerdo; si nos ponemos de acuerdo se puede …”. O sea, un consenso basado en la resultante del
debate entre los que piensan distinto antes que un consenso basado en un sistema de valores o en
interpretaciones hegemónicas impuestas desde el poder.
Consenso, como decíamos antes, es la condición de posibilidad de los partidos políticos. Y,
mas allá de cualquier otra valoración, es innegable que el PRO ha logrado constituir una nueva
fuerza política. Es la primera vez desde mediados del siglo pasado que un presidente que no es
radical ni peronista llega al poder democraticamente. El peso real del consenso que Macri ha
logrado construir esta expresado en el resultado de la primera vuelta electoral, 32%. Resulta
erróneo suponer que su base de sustentación popular es el 51,25% que obtuvo en la segunda
vuelta. Las lógicas electorales del público son distintas entre uno y otro escenario. En el primero, el
32% de los electores voto a favor de Macri; en el segundo, a este 32% se sumo el 20% de los
votantes que sufragaron en contra del kirchnerismo, lo que no implica votar a favor de Macri sino
por el “menos malo”.
¿Tendrá Macri su Idus de marzo? Bien, primero debe convertirse en un Primus Inter Pares
brillante.
Finalmente cabe preguntarnos por el deterioro tremendo de nuestra sociedad, de
nuestros sistemas político y de valores. Dicho de otra manera, icono fue que nos sucedió el
kirchnerismo? Bien: quiero sugerir que, y no se claramente por que, hemos sido una sociedad
ausente. La clase media ha considerado -hemos considerado- a la política como algo sucio, y
quizás lo sea. Pero dejar libres los espacios de decisión primaria permite que sean ocupados por
los inescrupulosos. Un viejo refrán dice que lo único que se necesita para que el ma1 triunfe es que
los hombres buenos no hagan nada. Hay una anécdota de Benjamin Franklin que cuenta que al
salir de una de las últimas reuniones de redacción de la constitución americana, una señora lo
paró por la calle y le pregunto: “¿qué gobierno nos han dado?” El respondió: “Una república,
señora … Si la pueden conservar”. La democracia no es gratis. Si no haces política, te la hacen.
Raul G. Aragon
Comentarios por Carolina Lascano