Pasar por loco a tiempo, es el colmo de la sabiduría. Erasmo –
Convertir luces en sombras, sombras en luz, buscar la realidad encubierta. Revelar es tarea delicada. Paciencia, concentración, medida, tiempos precisos para que los ácidos no resulten inoperantes o demasiado abrasivos. Poco a poco afloran las imágenes. La técnica, estudiada en la Facultad, le parece mágica. Pero en los tiempos que corren las fotos digitales no requieren ni tanto tiempo ni mucha paciencia. Se arriesgará.
Voy a estafarte, le dijo su analista al cabo de algunas sesiones. Se trata sólo de palabras. No tocamos el cuerpo, no manipulamos consistencias, pero verdades y palabras son tan reales como el abrigo que te quitás para recostarte en el diván. Además…
No será estafa, se apresura a responder la joven sintiendo que dialoga con un filósofo. Si acepto no será engaño, sino acuerdo.
Piensa que ha elegido al profesional adecuado. Su intuición no falla.
Una angustia visceral, honda, le impide hablar. Llora como nunca ha llorado en su vida. Transcurrido un tiempo él interrumpe: No, no, así no es. Vení mañana: una sesión para llorar, otra para hablar. Obedece, aliviada. Él sabe lo que hace.
Estarás mejor si te descalzás, sugiere ¿u ordena? otro día.
Quitarse los zapatos le resulta tan cómodo como liberador. Sueños, recuerdos, odios, amores, pasado, presente, fluyen en su relato. A cambio, por fin, se llevan tanta desazón. Un muy buen… hombre, con notable experiencia, a pesar de ser poco mayor que ella.
No comprende cuando lo escucha murmurar: como capas de cebolla, al observarla quitarse el sweter demasiado pesado para la primavera que parece asomar también en el consultorio. ¿A qué se refiere? “El amor es una alcachofa que va perdiendo sus enigmas”, “El amor es una palabra”, los versos la atraviesan como un rayo. Benedetti -su preferido- logra inquietarla: “Hasta que queda una zozobra una esperanza un fantasmita.” Comprueba -por su mirada- que jean y musculosa, elegidos especialmente, logran su cometido.
Pleno verano. Satisfecho con la mejoría lograda, agrega complacido: Hoy comienza el análisis. Hemos ido revelando tu alma. En la próxima sesión quitaremos el último velo. Por último, bajando la voz, tal vez demasiado cerca de su oído: lo disfrutarás tanto como yo.
Al despedirse aspira una vez más su perfume con fruición contenida: tabaco y limón la asaltaron tantas veces en cualquier momento, en todo lugar, dejándole una sensación agridulce… Paga honorarios, se marcha.
No regresa a la próxima sesión.
por Nora Salgueiro