La anosognosia* es un signo neurológico que manifiesta la incapacidad de un paciente para reconocer la enfermedad que lo afecta. Por ejemplo, personas con lesiones extensas en el hemisferio cerebral derecho no reconocen la presencia de una hemiplejía izquierda llegando incluso a caer al suelo cuando intentan caminar porque no perciben que tienen debilidad.
Una versión cotidiana de este curioso fenómeno afecta a las personas incompetentes ya que éstas no tienen capacidad para reconocer su propia incompetencia. De hecho, estas personas tienen una confianza desmedida en su capacidad. Para evaluar esto con el método científico, investigadores de la Universidad de Cornell (Kruger J, Dunning D. Journal of Personality and Social Psychology, diciembre 1999) estudiaron diferentes personas y observaron que las que obtuvieron los puntajes más bajos en pruebas de lógica, gramática y humor son los que a priori sobrestimaban significativamente la calificación que sacarían.
Los investigadores demostraron que el problema de las personas incompetentes era triple: sufrir de incompetencia, no reconocerlo y, finalmente, tener la incapacidad de reconocer la competencia en otros, ya que para esto precisamente hacen falta los mecanismos cognitivos que le permiten a una persona ser competente.
Esta “anosognosia” de la incapacidad propia explica la conducta de sujetos que discuten con vehemencia, aún ante la evidencia obvia respecto de lo contrario.
El presidente Kennedy decía que un error no se transforma en falla hasta que uno se rehúsa a corregirlo. Sin embargo, basado en los datos expuestos, las personas incompetentes difícilmente puedan corregir un error ya que en primer lugar no lo reconocen.
¡Temblemos argentinos! Los numerosos artículos escritos en las últimas dos semanas por prestigiosos economistas locales e internacionales, y los editoriales publicados en LA NACION, The New York Times, The Wall Street Journal y The Washington Post, que sin sutilezas ni eufemismos le dan a la Argentina obvias claves para la recuperación de credibilidad internacional, caen en oídos sordos. Este mensaje, además repetido claramente por el presidente Bush(*), no aboga por poner un límite máximo a los salarios de funcionarios, ni donar sueldos durante unos meses, ni siquiera habla de recortar el gasto, sino que se refiere a una drástica reestructuración y reducción del ineficiente aparato político actual.
Los trabajos de Dunning y Kruger nos muestran que no es necesario invocar corrupción, mafias y otros deportes nacionales, ya que con incompetencia basta para explicar los problemas que padecemos. Lamentablemente, la mayoría de nuestros gobernantes no habla ni lee inglés, pero aun cuando todos estos mensajes les fueran traducidos, la epidemia de anosognosia que los afecta hará que probablemente sigan con la saga actual de desaciertos sin reconocer la capacidad en quienes sugieren un camino alternativo.
por Conrado Estol
NdR.*Muy recientemente se ha comentado mucho sobre este término médico (neurológico y psiquiátrico), que deriva del griego ἀ- a-, “sin”, νόσος nosos, “enfermedad” y γνῶσις gnōsis, “conocimiento”. Esta breve nota salió en Carta de Lectores de La Nación en 2002 luego de la declaración del Default y la reproducimos por su actualidad, con autorización de su autor.