En la película británica recientemente estrenada Buena Suerte, Leo Grande, Emma Thompson explora a la mujer madura y su deseo sexual.
La gran actriz encarna a Nancy, una recatada viuda y ex profesora de religión, frustrada tanto sexualmente como en otros aspectos de su vida. Como si se tratara de la planificación de una de sus clases, decide contratar a un joven gigoló para recibir una lección de educación sexual haciendo una lista de los ítems que le gustaría explorar.
Una habitación de hotel y dos encantadores personajes es todo lo que se necesita para crear esta agradable y audaz comedia dramática sobre la exploración del deseo femenino y por sobre todo, de la aceptación de uno mismo (cualquiera sea la edad). Vale aclarar, esta no es una boba comedia romántica, ni tampoco un film erótico, se trata de una reflexión sobre las frustraciones, la neurosis y también de la valentía de la decisión que toma la protagonista, al margen de los dictados de la sociedad.
A Nancy no le es fácil abrirse a nuevas experiencias. Está al borde de la histeria ¿será demasiado vieja para alcanzar el orgasmo que nunca experimentó? ¿Le será repulsiva a Leo? A medida que establece un téte-a-téte con el sexy, gentil y encantador Leo, se observan los sutiles cambios que se van operando en Nancy cuando va ganando confianza en sí misma y en su compañero sexual, a la vez que descubriendo su propio cuerpo y los placeres que puede proporcionarle. Uno empatiza con Nancy porque el personaje encarnado por Emma Thompson jamás resulta patético Es admirable la valentía de la propia actriz que muestra orgullosamente su primer desnudo frontal en el cine a la edad de 63 años.
Si bien Emma es indudablemente la estrella, Daryl McCormack (Leo Grande) está a la altura del desafío. Las limitaciones del film están en que le falta un poco más de dinamismo (hay mucho de sexo conversado) y que algunos planteos que se hacen parecerían idealizar el trabajo sexual.
Vale advertir que Buena Suerte, Leo Grande está directamente dirigida a un público femenino adulto, aquel que más la va a disfrutar.
por Lic. María Andrea Piazza