¿Luis D’Elía tenía razón?
Por Carlos Escudé
El año 2018 comenzó con dos nuevos presos políticos de alto perfil, detenidos el 6 de diciembre de 2017 por una resolución del juez Claudio Bonadío. Ese día se encarceló, entre otros, al ministro de relaciones exteriores de Cristina Fernández de Kirchner, Héctor M. Timerman, y al dirigente social Luis D’Elía. Los cargos fueron encubrimiento y traición a la Patria. Estos delitos habrían sido perpetrados en relación con la firma en 2013 de un Memorándum con la República Islámica de Irán, cuyo objetivo era posibilitar el interrogatorio de ciudadanos iraníes sospechados por la Justicia argentina en la causa por el atentado terrorista de 1994 contra la mutual de la comunidad judía de Buenos Aires, AMIA. Se dictó también la prisión preventiva de la expresidente Fernández de Kirchner, que no pudo ser encarcelada debido a sus fueros parlamentarios.
El fallo, de 491 páginas, transcribe párrafos de la declaración indagatoria de Luis D’Elía, que en la p. 83 menciona cinco veces a este autor diciendo que le “hace muy feliz” que en mi artículo y conferencia titulados “¡Y Luis D’Elía tenía razón! El triángulo Argentina-Estados Unidos-Irán,” publicado por la revista Voces en el Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, se haya documentado que NO EXISTEN PRUEBAS SERIAS ACERCA DEL INVOLUCRAMIENTO DE IRÁN EN EL ATENTADO. Esto no quiere decir que Irán no haya sido responsable. Sólo quiere decir que no hay pruebas… con todo lo que eso significa judicialmente.
En mi opinión, la inexistencia de pruebas judicialmente válidas respecto de una presunta responsabilidad del Estado iraní en el atentado contra la AMIA está clara más allá de toda duda. El embajador James Cheek, que estaba en funciones en Buenos Aires cuando se produjo el atentado, se cansó de decirlo en público y en privado. Y los documentos desclasificados por el Departamento de Estado reiteran estos juicios del embajador norteamericano. Por ejemplo, en septiembre de 1994, en un despacho secreto desclasificado legalmente por el Sr. Norman M. Bouton quince años más tarde, el Emb. Cheek se dirige al Coordinador de Contraterrorismo del Departamento de Estado, Emb. Philip Wilcox, con el objetivo de prepararlo a él y a su equipo para una próxima visita a Buenos Aires.
En la zona resaltada de la ilustración, Cheek dice: “Aunque un papel iraní (en el atentado) se da generalmente por sentado, NO HAY EVIDENCIA DURA DEL MISMO [mi énfasis], y el caso del gobierno argentino se basa principalmente en el testimonio del desertor iraní Manoucher Moatmer, que carece de credibilidad local e internacional.” Y más abajo dice: “Aunque el Presidente Menem hace declaraciones duras a la prensa, el ministro de Exteriores Di Tella se esfuerza por controlar el daño y evitar una escalada en la actual guerra de palabras con Teherán.” El rectángulo vacío del documento corresponde a un párrafo que las autoridades del Departamento de Estado decidieron mantener secreto. [1]
Existe una importante cantidad de documentos norteamericanos de este tenor. De interés especial es el de agosto de 1994, de Cheek al Secretario de Estado Warren Christopher, donde se revela la trama de post-verdad que caracterizaba a la política norteamericana respecto de la investigación del atentado. El despacho dice con desparpajo que se está ganando la batalla de la opinión pública para convencer que Irán fue responsable, “a pesar de que no hay evidencias duras.”
Lo importante no era descubrir la verdad, sino aislar políticamente a un enemigo de Estados Unidos e Israel, echándole la culpa de ese acto terrorista con el argumento de que está demostrado que cometieron diversos actos terroristas en el mundo. Se le echa la culpa a Irán, exitosamente, “even without hard, physical evidence of its involvement.”[2]
Por ese motivo, toda investigación que llegara a conclusiones que alejaran de la pista iraní era descartada por los altos mandos de Washington, aunque hubiera sido producida por instituciones oficiales norteamericanas y estuviera más allá de toda sospecha.
Este fenómeno está ilustrado por algunos contenidos del Informe del Congreso de los Estados Unidos sobre la Audiencia (Hearing) del 28 de septiembre de 1995, titulado “Terrorism in Latin America – AMIA bombing in Argentina”. Allí se informa (pp. 158-59) que el Sr. Charles Hunter, experto en explosivos del Departamento de Estado enviado a Buenos Aires cuatro días después del atentado, declaró que los rastros de la explosión son incompatibles con los de un coche-bomba, y que los relativamente escasos daños producidos en los edificios vecinos sugieren que la bomba estuvo adentro de la sede de la AMIA. El informe de Hunter también habla de la obstaculización de sus investigaciones por parte de la policía argentina.[3]
Estas conclusiones fueron ignoradas por completo por los altos mandos del gobierno norteamericano (y por sucesivos gobiernos argentinos, incluido el actual), porque no servían para incriminar a Irán, cuyo modus operandi a través del Hezbollá libanés solía incluir un coche bomba.
En suma, Luis D’Elía tenía razón porque no hubo ni hay pruebas serias contra el Estado iraní, y esto es lo que él alegó en 2006, cuando el gobierno de Néstor Kirchner, del que era funcionario, pidió a Interpol alertas rojas para el arresto de altos funcionarios de ese país. Ese sinceramiento le costó el cargo, y D’Elía nunca más fue funcionario de los gobiernos Kirchner.
Si no existe evidencia de que el atentado fue material o intelectualmente obra de Irán, la resolución de Bonadío dictando prisión preventiva a protagonistas como Timerman y D’Elía es inicua, porque si no hay pruebas serias del involucramiento de Irán no hay nada que encubrir.
“¡Y Luis D’Elía tenía razón! Aberraciones de la política argentina” saldrá en abril en la Colección Peña Lillo.
[1] https://archive.org/stream/AMIA_Files/104608273-Scenesetter-for-Counter-Terrorism-Team-Visit-to-Buenos-Aires-September-5-6_djvu.txt . Desclasificado el 31 de agosto de 2014, caso # 200906077.
[2] https://archive.org/stream/AMIA_Files/104608294-The-Iran-Connection-Iran-Stays-in-the-Dock-for-the-AMIA-Bombing_djvu.txt . Desclasificado legalmente el 18 de diciembre de 2009, caso # 200906077.
[3] “Terrorism in Latin America/AMIA bombing in Argentina:” hearing before the Committee on International Relations, House of Representatives, One Hundred Fourth Congress, first session, September 28, 1995, Volume 4; United States. Congress. House. Committee on International Relations. U.S. G.P.O., 1996. Puede descargarse de varias páginas de Internet, entre ellas: https://archive.org/stream/terrorisminlatin00unit/terrorisminlatin00unit_djvu.txt