En este pequeño trabajo hemos de analizar la llegada de los primeros galeses al país, como así también la influencia de esa hacendosa colonia que se instaló en el Chubut en el año 1865. En efecto; en ese año se produce su llegada a la Patagonia debido a la decisión de Lord Jones Parry, Barón de Madryn y Lewis Jones, quienes partieron del puerto de Liverpool en la goleta Mimosa el 28 de mayo de 1865 , junto con 153 pasajeros entre hombres, mujeres y niños.
Luego de un agotador viaje donde no faltaron las penurias y sufrimientos, arribaron al Golfo Nuevo, en la región del Chubut, el 28 de julio de 1865 exactamente dos meses despues de la partida desde Inglaterra.
Es de señalar que el propósito de ese agotador viaje,fue la búsqueda de un nuevo hogar donde cobijarse, con el fin de forjarse un futuro venturoso sobre la base del trabajo y la perseverancia.
El lugar donde desembarcaron los primeros galeses fue bautizado por ellos mismos con el nombre de Puerto Madryn, en homenaje a quien los alentó para realizar la gran travesía; Lord Jones Parry, Barón de Madryn.
Es justo señalar que los galeses, al pisar suelo argentino, reconocieron nuestra soberanía sobre la Patagonia, y si bien formaron su propio gobierno, ello se debió a que en esos parajes no había autoridad nacional alguna, pues recién se instaló con la designación de Antonio Oneto como primer comisario nacional de esa región. Es que los galeses venidos a estas tierras se habían identificado tanto con ese territorio, que se sentían profundamente argentinos.
Hay una anécdota que pinta de cuerpo entero la hidalguía y la nobleza de la comunidad galesa; cuando se fundó la colonia 16 de octubre, donde los galeses tuvieron una importantísima intervención en su fundación, y aun estando subsistente el antiguo conflicto limítrofe con Chile, el árbitro inglés designado en 1897- sir Tomás Holdich- les pregunta a unos representantes de aquéllos, a qué país consideraban que pertenecían, y ellos sin dudar responden : acá llegamos con la bandera argentina y bajo ella hemos vivido .
La hidalguía y el valor de ese pueblo singular, quedan reflejadas en las palabras que el reverendo Abraham Matthews escribe en su obra Crónica de la colonia galesa en la Patagonia en homenaje a esos hombre y mujeres que se instalaron en esas lejanas tierras, para forjarse un futuro venturoso: Henos aquí, un grupo de ciento cincuenta y tres, procedentes de los distintos condados de Gales – desde el niño de pocas semanas hasta el anciano de sesenta años- hombres, mujeres y niños; hombres solteros, hombres de todas las ocupaciones – el sastre, el ladrillero, el almacenero y el tendero, el farmacéutico y el impresor, el médico, el maestro de escuela, y el predicador; el agricultor y el pastor, el minero y el obrero de carbón, el creyente y el profano, venidos de todas las sectas de Gales. Henos aquí, uniéndonos y amalgamándonos unos a otros, a pesar de nuestra heterogeneidad para establecer una colonia galesa.
Cuenta Matthews en su interesante relato que a poco de llegar a Puerto Madryn, se dieron cuenta que esa zona no era aceptable para establecerse, debido a la falta de agua potable, de manera que era inútil hacer ningún trabajo permanente en el lugar. La tierra de Puerto Madryn es arenosa y pedregosa; no hay allí ni valle, ni río, ni arroyo, ni por cierto ningún manantial en parte alguna.
Ante esa circunstancia tan difícil, deciden trasladarse a otra zona con mayores posibilidades de establecer una colonia, y es así que luego de enormes vicisitudes, se instalaron en el valle del Chubut, en un lugar al que bautizaron Fuerte Viejo, donde se izó la bandera argentina y en donde los jóvenes y jefes de familia comenzaron a construir chozas para vivir; asimismo construyeron un almacén para guardar trigo, harina y toda la mercadería que llegaba de Buenos Aires.
De acuerdo a un estudio realizado por Francisco Moreno cuando estuvo en aquella región con el propósito de intervenir como perito en el conflicto ya mencionado, la comunidad estaba compuesta por 700 personas de ambos sexos, de las cuales 509 eran adultos, 35 de varias nacionalidades y 150 nacidos en la colonia, repartiéndose sus integrantes en 120 casas; lo peculiar de ese grupo, es que no aceptaban el aprendizaje de otro idioma, salvo al galés. De allí su aislamiento y la falta de contacto con otras comunidades que habitaban esas regiones australes. Esa decisión no los benefició para nada, pues no pudieron prosperar; sólo cuando necesitaron de víveres y medicamentos, comenzaron a vincularse con otras poblaciones sobre todo con los tehuelches, pues encontraron en ellos una gran base de apoyo, ya que los indígenas los proveían de carne, enseñándoles además a manejar las boleadoras y la forma de cazar animales; a su vez, los galeses correspondían la ayuda que recibían, entregándoles a los tehuelches el pan que producían.
De modo tal que la comunicación entre ambas comunidades cada vez fue más frecuente; una de las costumbres que habían tomado los aborígenes era el de entregar a sus amigos galeses, un guanaco con el fin de que éstos lo cocinaran para repartirlo en mitades. Así fue creciendo un intercambio comercial que cada vez adquiría mayor importancia, ya que los Tehuelches preferían tratar con los galeses, antes que con otros comerciantes de la Patagonia.
El intercambio comercial cada vez fue mayor, pues los Tehuelches entregaban, carne, plumas, cueros, quillangos y mantas a cambio de pan, manteca, leche, yerba y alcohol; todos estos productos eran entregados por los galeses.
Tan estrecha fue la relación entre esos dos pueblos, que luego de la Campaña del Desierto liderada por Julio A Roca,, los galeses mediaron a favor de sus viejos amigos ante el General Winter, para que los indígenas fueran tratados con benevolencia en razón de la invalorable ayuda que aquéllos habían recibido de los aborígenes en momentos de grandes dificultades.
A partir de 1875, el vínculo entre Buenos Aires y la comunidad galesa se hace más estrecho pues en la región de Trerawson – localidad así denominada en honor al Dr. Guillermo Rawson, Ministro del Interior de Bartolomé Mitre, quien firmó,el decreto para la fundación de esa colonia – se repartieron raciones y semillas, lo que dio gran impulso de la actividad de los galeses en esa zona.
Es de señalar que debidos al impulso y apoyo de Rawson, los galeses pudieron instalarse en aquellas lejanías con el fin de formar una colonia agrícola en un paraje desértico, sin pensar en las duras condiciones climáticas y circunstancias adversas a las que se enfrentaban; esto denota un admirable espíritu de lucha del hombre galés, que no se quiebra ante nada. Por tal razón vaya este pequeño tributo para ese bravo pueblo de pioneros incansables.
por Julio C. Borda*
* Autor de El señor de la Patagonia, vida de Francisco Moreno.