Antes de Darwin
A las naturales preguntas acerca de cómo se originaron las formas vivientes y como evolucionaron hasta su forma actual, las primeras respuestas registradas con conceptos evolucionistas las encontraron los griegos en Mileto con Tales (-624 -546) y su alumno y sucesor Anaximandro (-610 -546) maestro de Pitágoras (-570 -495), y con Heráclito de Ëfeso (-550 -480) (Lo único permanente es el cambio; no me baño dos veces en el mismo río). También hubo quienes negaron toda evolución o cambio, como Parménides (-540 -470) quien sostenía que toda percepción de cambio es solo una ilusión de nuestros sentidos.
Trataremos de ver ahora si la evolución existe, y en qué términos la concibe el hombre, prestando especial atención a la imagen que éste se va formando de sí mismo, y del universo que lo rodea[1].
En todos estos casos nos estamos refiriendo a la evolución física o morfológica de cualquier especie; la evolución intelectual, que parece reservada únicamente al hombre, es infinitamente más compleja y enigmática.
En tiempos más recientes, aparecen el botánico sueco Carlos Linneo (1707-78), y el francés Jean Baptiste de Monet Chevalier de Lamarck (1744-1829) quienes aportaron ideas sobre el tema.
Para que apareciera Charles Darwin (1809-82), fue necesario que se alinearan los planetas para producir este genial y brillante investigador científico.
Charles Darwin
Charles Robert Darwin Nieto del médico, poeta y filósofo Erasmus Darwin (1731-1802, quien fundó la Lunar Society en 1760) e hijo del prestigioso y rico médico escocés Robert Waring Darwin (1766-1848) nació el mismo 12 de febrero que Abraham Lincoln lo hacía en Kentucky, EEUU. Estudió desde 1825 en la Medical School de Edimburgo cuando ésta era el mayor centro científico de G.Bretaña y luego ciencias naturales en Cambridge de donde salió geólogo y naturalista; esto le permitirá luego ser elegido por John Stevens Henslow, su profesor de botánica, para presentarlo al Cap Robert FitzRoy (1805-65) e invitarlo al viaje del Beagle[2] para estudiar flora y fauna de las costas sudamericanas y relevar cartografías de precisión.
Veamos cómo era la Europa de Darwin alrededor de 1830, en plena revolución industrial:
–Edward Jenner había desarrollado su vacuna contra la viruela. Luis Pasteur tenía 8 años de edad.
–Charles Sauria presentaba en Paris las primeras cerillas que se encienden por fricción.
–Inicia sus tareas el Bureau Veritas, para verificar y certificar la seguridad de las construcciones navales.
–Robert Fulton navegaba barcos a vapor por el Hudson y por el Mississippi.
–Joseph Whitworth establecía en Manchester sus normas para roscas de tuercas y tornillos; aún hoy se usan en cañerías.
–Robert Stephenson con la locomotora Rocket a vapor, tiraba un tren de 40 ton desde Manchester hasta el puerto de Liverpool.
–Charles Dickens trabajaba en el Morning Chronicle de Londres haciendo los Pickwick Papers.
–En Nápoles se abre la primera pizzería (ambulante).
–La Inglaterra victoriana y anglicana, comenzaba a desarrollar sus estrictas y pacatas reglas sociales. Esto durará todo el siglo XX cuando se hace evidente que los miembros de la Corona, también son hombres y carecen de sangre azul, tal como lo había establecido John Locke en su “segundo tratado sobre el gobierno civil, de 1770.
En diciembre 1831 (a los 23 años) Darwin, hombre educado y de pensamiento libre, embarcó en el bergantín Beagle de la Marina Real capitaneado por Robert FitzRoy, con varios relojes de Harrison, para viajar, desde Plymouth, cinco años estudiando fauna y flora en ambas costas de Sudamérica. Navegaron por: Canarias, Cabo Verde, Salvador, Río de Janeiro (3 meses en 1832), Maldonado, Montevideo, Río Paraná, llanuras de Buenos Aires[3], Santa Fe, Bahía Blanca con los fósiles de Punta Alta, Patagonia, río Santa Cruz[4], islas Malvinas, Cabo de Hornos, Isla Navarino[5], Estrecho de Magallanes, Tierra del Fuego, Cabo de Hornos, Isla de Chiloé, Concepción y Valparaíso, (desde donde cruzó por tierra a Mendoza, donde tal vez contrajo chagas), Lima y Galápagos (1834, visitó 4 de las 18 islas del archipiélago) Tahití, N.Zelanda, Australia, Cabo de Buena Esperanza, Santa Elena y Ascensión, regresando en octubre de 1836.
Vale destacar, que antes de iniciar el viaje, las ideas de Darwin eran creacionistas, y llevaba a bordo una completa Biblia. Solo es su escala en Brasil, su creacionismo, comenzó a tambalear [6].
En ese viaje, con 75 hombres a bordo, tomó apuntes y muestras, que usará luego para elaborar sus finos estudios durante los siguientes 20 años. En esos cinco años de viaje, pasaron varias cosas: De los 57 meses que duró el viaje, Darwin pasó 18 meses a bordo navegando, y 39 meses recorriendo tierras por distintos medios. Para eso, hizo arreglos con FitzRoy, que lo desembarcaba en algún puerto y lo recogía en el siguiente. Un caso particular, fue cuando desembarcó en la boca del río Santa Cruz, y el Beagle volvió a Montevideo mientras Darwin recorría la Patagonia donde conoció y estudió gauchos, cauquenes[7] y el ñandú similar al avestruz africano. Darwin deslumbraba a los nativos, encendiendo fuego con sus dientes usando yesqueros preparados para eso. Hoy, el monte más alto de la Patagonia, de 2490m, se llama Monte Darwin.
El objetivo de Darwin era de registro y descripción, pero el amor por su libertad y el respeto por sus ideas, lo llevó a profundizar en mucho sus observaciones; y sus minuciosas anotaciones en el viaje, le servirán, a su regreso, para elaborar, con método científico, la explicación de mucho de lo que vio.
Cuando el Beagle entró por el estrecho Le Maire, al Sur de Tierra del Fuego, en diciembre de 1832, fue recibido por los “gritos salvajes de los nativos”, totalmente desnudos y sin idioma propio, a quienes Darwin calificó como el pueblo más atrasado del mundo. La diferencia entre los pobladores de la isla de Tierra del Fuego y los del territorio continental, le pareció sorprendente.
Bordeando la costa chilena por el pacífico, pasando la isla de Chiloé, asiste a la erupción del volcán Osorno y al terremoto de Concepción (los supone conectados subterráneamente) y encuentra fósiles marinos a 4000m de altura. También observó la primitiva actividad minera, y cruzó la cordillera en mulas por el paso del Portillo y se radicó en Lujan, donde fue picado por vinchucas. Regresó al Pacifico por Copiapó y en Iquique se embarcó nuevamente en el Beagle. Luego Galápagos, Tahiti, nueva Zelanda, Australia, Tasmania, Cape Town y resto del largo viaje, llegando a Falmouth en Cornwall en octubre de 1836.
Al regreso, cinco años después, encontró una Inglaterra muy diferente a la que había dejado. Ferrocarriles en vez de diligencias y ciudades con fábricas en vez de chacras dispersas. Estudió al filósofo escocés Adam Smith (1723-90) y al geólogo escocés Charles Lyell (1797-1875) quien había viajado en el Beagle y será autor de La Antigüedad del Hombre (1863) quien propuso una antigüedad mayor que la supuesta entonces, coincidiendo con la hipótesis de Darwin.
Darwin leyó el Ensayo Sobre las Poblaciones de Thomas Malthus publicado en 1799 y 1803, y quedó impresionado por sus predicciones catastrofistas, de las cuales ninguna se cumplió[8].
Tras cuidadoso análisis, casó en Londres en enero de 1839, con su prima Emma Wedgwood, quien fue su gran colaboradora y confidente, y ese año publicó “Viaje del Beagle”; iniciando entonces el estudio de su material, del que surgió su idea de la selección natural aleatoria, presentando en 1843, ya viviendo en su casa de campo en Down, sus conclusiones en borrador para examen de Emma y para circulación privada. El matrimonio tuvo 10 hijos, varios de ellos fallecidos a edad temprana. Lo que entristeció a los padres e hizo tambalear su fe en le justicia divina. Cuando se inauguró el Palacio de Cristal de Joseph Paxton en 1851, para mostrar las capacidades de Inglaterra al mundo, Darwin estudió todos los adelantos mostrados y los relacionó con evolución.
En 1858 Darwin recibió desde Indonesia consulta de Alfred Russel Wallace (1823-1913) con un estudio similar al pensado por Darwin, lo que originó un trabajo conjunto entre ellos[9], y luego la edición de The Origin of Species en 1859 (cuando se inauguraba el Big Ben), y cinco ediciones más hasta 1872 (medalla Copley de Royal Society 1864). Cada edición fue vendida rápidamente y produjo profundas impresiones en las ideas de la Inglaterra victoriana.
Esta obra[10], resultado de una minuciosa investigación de campo, muestra en forma comprobable que la selección natural en cada especie se produce por azar, debido a pequeñas variaciones genéticas y esto produce la supervivencia del más apto (survival of the fittest)[11]; así, no todos los hijos de los mismos padres serán hermanos iguales; entre ellos habrá pequeñas diferencias y los más aptos tendrán mejores probabilidades de sobrevivir y reproducirse, transmitiendo sus características favorables a sus hijos.
El cambio en cada generación suele ser apenas perceptible (natura non facit saltum), pero tras muchas generaciones puede producir diferencias significativas. En todos los casos Darwin describe el proceso evolutivo, pero se abstiene de calificar o sugerir méritos, causas u objetivos.
El mundo científico ofreció reparos, pues aceptar la variabilidad de las especies, le otorgaba un valor provisorio a casi todo conocimiento logrado hasta ese momento con verdades tomadas como permanentes. Resulta así que, pese a las muy publicitadas divergencias con las iglesias, fueron sus propios colegas quienes pusieron mayores reparos a las propuestas de Darwin, pues es más cómodo estudiar un modelo que nunca cambia, que aceptar tener que estudiarlo de nuevo cada vez que evoluciona.
Cuando Alfred Wallace le preguntó sobre el vínculo genético entre el hombre y el mono, le respondió: “de propósito no he tocado el tema por verlo demasiado envuelto en una red de prejuicios y preconceptos”.
Desde entonces, la Teoría de la Evolución, que alteró la paz de la sociedad victoriana, se convirtió en la controversia favorita en comentarios de numerosos salones y círculos sociales y científicos a la violeta.
Darwin puso fin, además, a la inmutabilidad de la fisiología, que poco tiempo antes había proclamado Claude Bernard. Mucho trató a Herbert Spencer (1820-1903).
En 1871 publicó The Descent of Man (El Origen del Hombre y la Selección Sexual), donde puede inferirse que el hombre y el mono podrían tener un lejano ascendiente común no identificado (tal vez un prosimio vegetariano de Madagascar, cuando la isla estaba unida a África, unos 60 millones de años atrás) y en 1872 su último gran trabajo: The Expression of Emotions in Man and Animals.
Sus trabajos fijaron conceptos fundamentales del hombre sobre sí mismo y sobre las demás especies, y sirvieron de modelo en cuanto a la forma de encarar el desarrollo de una investigación científica, dando un camino científico-empírico apto para abordar el estudio de casi cualquier tema, mostrando que cada concepto es válido solo en su propio tiempo, lugar y circunstancias.
Este es, tal vez, el punto más saliente del trabajo de Charles Darwin y lo más trascendente de su obra no reside solo en su planteo evolucionista, sino en el abordaje y observación sin prejuicios, de hechos ciertos que le permitieron sacar conclusiones basadas en sus comprobaciones, sin mezclar datos con opiniones, ni atribuir finalidades a la naturaleza ni significado religioso o moral alguno, mostrando la necesidad de un esquema comprobable y repetible sobre las afirmaciones científicas[12].
Una vez más: nada hay tan poderoso como una idea cuyo tiempo ha llegado.
También surge de su obra, que la evolución natural carece de cualquier objetivo predeterminado, y puede cambiar para mejor o para peor.
Puede considerarse a Darwin como la figura central del mundo científico del siglo XIX, que tanto crecimiento tuvo en la era victoriana. Formó parte de la Royal Society y de la Academia Francesa.
Sus grandes defensores fueron los botánicos John Tyndall, Alfred Wallace y Thomas Huxley (1825-95) quien lo proclamó agnóstico pues, aun sin ser practicante ni creyente, Darwin tenía en gran consideración las ideas religiosas y no fue indiferente a las críticas a sus propuestas. En 1860 Huxley protagonizó famoso debate con el obispo de Oxford Samuel Wilberforce.
Darwin falleció en 1882 admirado por sus contemporáneos. Para The Times de Londres, fue el más grande inglés desde Isaac Newton. Sus restos descansan en Westminster, al lado de los de Newton.
“La confianza en la permanencia del propio juicio es más producto de la ignorancia que del conocimiento” (Darwin). “Quien sobrevive no es el más fuerte ni el más inteligente; es el que se adapta mejor al cambio” (Darwin). “La ciencia contemporánea desciende de Darwin” (Guy Sorman).
Cuando a Alberto Einstein le preguntaron si él se consideraba el continuador de Newton, respondió: entre Newton y yo, están Charles Darwin y James Clerk Maxwell.
Un nieto de Darwin, Sir Charles Galton Darwin (1887-1962) escribió en 1952: The Next Million Years, con consideraciones catastrofistas (tomadas de Malthus) sobre cómo puede ser la evolución futura.
Un nieto de Huxley (Aldoux Huxley 1894-1963) escribió su libro utópico: Brave New World = Un Mundo Feliz.
por Roberto Cook
[1] Una interesante descripción general puede verse en Teorías de la Evolución de Magdalena Porro, ed Logseller 2002 donde se muestra que el concepto Evolución es de aplicación a muchos procesos del universo.
[2] El Beagle (27 m eslora, 240 ton) fue botado en el Támesis en 1820 y viajó a Tierra del Fuego bajo el mando del Cap Pringle Stokes, quien se suicidó en 1828 antes de regresar. El Cap FitzRoy quien llevó a Darwin, también se suicidará.
[3] En sus registros, incluye comentarios sobre Argentina favorables al hombre de campo y desfavorables al de la ciudad. Dice en 1833 después de tratar con JM Rosas: En las clases elevadas se advierte sensualidad y corrupción llevadas al más alto grado; a casi todos los funcionarios se los puede comprar por un precio.
[4] Tanto recorrido terrestre, a pie o a caballo, citándose con FitzRoy en cada puerto, le permitió conocer a las gentes y sus costumbres, acerca de los cuales formuló valiosas opiniones.
[5] Esta escala se hizo para desembarcar a tres nativos de la zona, que habían sido llevados a Londres en el viaje anterior de FitzRoy.
[6] Ver: “Darwin la aventura de un espíritu” por Desiderio Papp: Espasa Calpe 1983.
[7] Ave migratoria parecida a un pato grande, también llamada avutarda, con gran capacidad de vuelo, que desde Tierra del Fuego suelen volar a Montevideo.
[8] Thomas R Malthus (1766-1834) sostenía que el crecimiento de la población mundial (unos mil millones en 1800), sería superior al crecimiento de la producción alimentaria y provocaría la muerte por hambre de las clases más pobres. Lo cierto es que ya andamos por los 8000 millones de habitantes y el hambre mundial no es un tema agudo. Pensamientos catastrofistas aparecen frecuentemente en muchas personas predispuestas. Ejemplos de temores colectivos ocurridos: cometa Halley en 1910; agotamiento del petróleo desde 1920; enfriamiento global en 1950s; caos informático en 2000 por el efecto Y2K; calentamiento global antropogénico desde 2000.
8 Sometió los borradores al juicio del geólogo Charles Lyell (1797-1875), el botánico Joseph Dalton Hooker (1817-1911) y el botánico Thomas Henry Huxley (1825-95).
[10] Es una de las pocas obras fundamentales de la ciencia, que resultó inmediatamente un best seller. Poco después, se difundió en Buenos Aires, de la mano de Guillermo Enrique Hudson y Eduardo Holmberg. Interesante biografía de este libro es: “Darwin’s Origin of Species: a biography” (sic) de Janet Browne. Ed Atlantic Books, Londres, 2006.
[11] La expresión Survival of the fittest fue acuñada por Herbert Spencer (1820-1903) en 1864, y aparece por primera vez en la 5ta edición de Darwin publicada en 1869. La sexta y última revisada por Darwin apareció en 1872.
[12] Sugiero la lectura de: Que es la evolución (y que no es), de Maria Susana Rossi y Luciano Levin Ed siglo XXI, 2006.
Comentarios por Carolina Lascano