¡Qué nos devuelvan el espíritu!
Escribe Antonio Las Heras
El paso que faltaba dar ya fue dado hace algún tiempo. Y el recorrido del sendero perseguido se encuentra en franco desarrollo. ¿Cuál es ese paso y a qué sendero nos referimos? Pues muy simple y sencillo. El punto cúlmine – que comenzara hace algunas décadas con la disolución del entramado familiar y la caída en desuso de los valores humanos – que se ha propuesto “el consumismo” es el de reducir la condición humana al resultado de un conjunto de reacciones físicoquímicas. Por eso reclamamos: ¡Qué nos devuelvan el espíritu!
¿Acaso no es llamativo que, de un tiempo a esta parte, se mantengan en la lista de libros más vendidos unos que tratan de temas tan específicos como la neurofisiología? ¿Y no es más llamativo aún que unos determinados médicos especializados en la anatomía cerebral recorran con llamativa frecuencia los medios de difusión masiva buscando explicar que hechos esencialmente humanos tales como el amor, las emociones, la toma de decisiones así como el odio y la traición tengan raíz y esencia estrictamente en un órgano como lo es el cerebro?
Claro, si la activación de determinada área del cerebro es la que hace que una persona se enamore y que la puesta en funcionamiento de otra que se deprima o sienta odios, entonces todo queda reducido a la producción de determinados procesos explicados por la Física y la Química. Con un comprimido supero la tristeza. Con cierta gragea me pongo contento. Con tal específico me levanto sintiéndome un héroe. ¡Ojalá fuera tan fácil!
Por eso fue interesante la entrevista hecha por la periodista Canela en su programa de TN cuanto preguntó a su entrevistado – un médico neurólogo – cómo era posible que algo físico como el cerebro produjera intangibles como las ideas, los pensamientos, las fantasías. Y el bueno hombre respondió aproximadamente así: “hay cosas que siempre van a permanecer en el misterio; que nunca podremos responder.” Bien por este médico pues ha dicho la verdad. A diferencia de aquellos que aseguran que toda conducta humana es provocada por variaciones físicoquímicas o cierto soberbio médico a quien escuchamos decir muy suelto de cuerpo: “He leído sobre el cáncer todo lo que hay que leer y no existen ninguna prueba de que tenga un origen psíquico; es todo orgánico.” O sea que no hay ninguna relación psicosomática en el origen del cáncer. “Le toca al que le toca”, oí decir una vez a un médico. Si. Claro. Es una ruleta. Prevalece el azar. No hay causas intrapsíquicas…
No se puede explicar la conducta humana reduciéndola sólo a cuestiones biológicas.
Hoy por hoy la aceptación de un alma inmortal así como del espíritu, son temas que han quedado en franca decadencia. Es más, se nos puede tildar sin mucha vacilación de ignorantes o cultores de supercherías por afirmar la existencia de tales cosas. Empero no hemos de amedrentarnos por ello. Pues entendemos las causas por las que alma y espíritu deben ser sacados del camino de la vida por quienes son cultores del “consumismo.”
¿Cuánto disminuiría el consumo de drogas – lícitas e ilícitas – si de nuevo tuviéramos en cuenta al alma inmortal y la existencia del espíritu? Temas éstos que conducen de manera directa a otorgarle sentido a la vida.
El alma inmortal es la presencia de la “chispa divina” en la naturaleza humana. Pero el espíritu es aquello que nos permite entender porqué estamos en un lugar y momento determinados acordes al Plan Universal. La forma de des-cubrir (sacar el cobertor) a dónde voy y para qué voy, parafraseando a San Ignacio de Loyola.
Claro que para lograr esto se necesita todo aquello que “el consumismo” ha robado a la persona de hoy en día. Y que es lo siguiente: tiempo para sí mismo, para la introspección, para la conversación profunda donde se aprende y enseña a la vez, para la real amistad que sólo persigue el bien, para comprender que “hacer el amor” no es sinónimo de tener relaciones sexuales sino de trabajar en todos los sentidos del término para que la persona amada sea plena, esté feliz y ayudarla a concretar sus deseos positivos de vida.
Que nos devuelvan el espíritu ha de ser nuestro santo y seña si en verdad queremos el avance trascendente de la Humanidad.