Tomaré prestado este título de las obras de Mao, quien sostiene que, siendo el mundo político un campo de tesis y antítesis en conflicto, está poblado de contradicciones, y resulta preciso descubrirse aquella que resulte la principal, pues de ella dependen todas las demás.
En el caso argentino, observo que existe sin duda una contradicción principal, clave de bóveda de todos los restantes conflictos secundarios, siendo raíz de la crisis política y económica interminable que padecemos.
Esta consiste entre la conformación de una clase política oligárquica. Es oligárquica porque ,siendo una minoría, busca primordialmente el poder y el dominio para el acrecentamiento del bienestar de los integrantes de la clase, y no el bien común del conjunto del pueblo, y se resguardan unos a otros ,separados de la suerte y destino del resto de la población. Es oligárquica en el sentido económico, pues sus miembros viven de las rentas e ingresos provenientes de los impuestos y de los negocios que el poder otorga por pertenecer a la clase, habiendo profesionalizado su presencia en la funciones de gobierno, no tanto por especialización o capacidad sino por rosca y permanencia, recurriendo para ello a una variada e interminable cadena de sucesivas deslealtades y alianzas transitorias. Está grupo es también oligárquico porque concentra en pocos el mayor poder de control de los ingresos y beneficios de las actividades productivas que se generan en el país, así como de los resortes del gobierno y la funciones del Estado. Y también lo es porque no produce por sí misma ni bienes ni servicios sino que su ingreso se conforma mayoritariamente con la renta proveniente de los trabajos que ejerce la sociedad civil.
Amplio con algún ejemplo histórico. En el pasado se consideraba oligarquía a la terrateniente, pues habiendo heredado tierras, vivían de la renta proveniente de su explotación. Apelo para ilustrar el argumento a un evento a la vez lejano y verificable: toda la fuerza de la monarquía inglesa en la etapa de expansión imperial se constituyó cuando Enrique VIII generó su propio “brexit”, fundando el “anglicanismo”, una iglesia nacional cuya cabeza sigue siendo la corona, lo que le permitio confiscar la totalidad de los bienes de la Iglesia y los conventos acumulados durante un milenio, que distribuyó entre sus aliados y seguidores, conformando una fuerte aristocracia subvencionada con las rentas de las tierras confiscadas , cimentando así la base de un poder oligárquico monárquico que ha durado 300 años.
La esencia de las neo oligarquías actuales es precisamente que se ha conformado una “clase” de personas que no producen nada sino que forman parte de la superestructura de toma de decisiones y de gobierno, y por añadidura, participan de la información y el poder político para apoderarse de los beneficios de los negocios que en ese tramo y sector elevado, se consiguen y resuelven. Sus rentas e ingresos provienen de haber obtenido y poder obtener decisiones políticas o legislativas que les asignan una parte del producto nacional. Por ejemplo, los sindicalistas reciben aportes por el régimen de obras sociales, sobre los cuales no deben rendir cuentas, lo que ha determinado una poderosísima clase de sindicalistas, a la vez políticos y empresarios, que forman parte del staff permanente de cualquier gobierno, y con cuyo apoyo se debe contar para gobernar, y sin el cual es imposible hacerlo, porque desatan huelgas, piquetes y conflictos de toda índole. Abundan los ejemplos: Santa María, dueño del sindicato de encargados de casas de renta, y a través de ello su clan ha acumulado Multimedios (Octubre (-M.89,1,Caras y Caretas, Pagina 12 ); la Universidad UMET cuyo rector Trotta es el actual ministro de educación. O los Moyano ,que dominan sindicatos de transporte, con sus conexas empresas de seguros, sanatorios, constructoras, prestatarias de servicios informáticos y de salud , fábricas de uniformes, el Club Independiente etc..)Los Sindicatos vinculados la construcción cobran para que puedan realizarse las obras públicas licitadas, sin las cuales se pararían las mismas. En definitiva, en virtud de la existencia de un permiso estatal, o de una ley que asigna participación en un impuesto, u otras franquicias y mecanismos similares, acumulan ingentes riquezas que les permite dedicar su tiempo al ejercicio de poderes políticos y a la negociación política permanente, apoyando candidatos, o destruyendo otros.
Este sector ,hoy relacionado simbióticamente con la alta burocracia- senadores ,diputados, funcionarios, gobernadores y directivos de empresas , se va rotando y sustituyendo mutuamente en los cargos públicos nacionales, provinciales y municipales , conformando una “nueva clase oligárquica”, que requiere para sobrevivir el saqueo permanente de la producción y el trabajo del sector privado. Es que la mayor presencia estatal como agente económico, empleador, contratista, comprador de bienes y servicios, constructor , propietario de empresas públicas o con participación accionaria y titular de propiedades semi públicas y privadas así como gran financiador de iniciativas u obras por contratos y subsidios a concesionarios provincias y municipios , sumado a una desarrollada capacidad de interventor en toda clase de mercados , determina una masiva participación en la economía , sin que se hayan desarrollado a la vez los contralores y mecanismos de contrapeso y sujeción a la ley.
La coincidencia reforzada entre este poder económico y el poder político, hace que todos los controles hayan desaparecido o se estén eliminando. Los nuevos oligarcas viven de rentas políticas que les vienen por el ejercicio del poder político, social o gremial. Tienen el uso de bienes públicos como si fueran privados, aviones y helicópteros, residencias, automotores, acceso a los contratos públicos, pasajes gratuitos, fuertes custodia, teléfonos celulares, administración sin control de fondos asignados. Pueden nombrar numerosos cortesanos y gastar de los fondos públicos presupuestarios o reservados como si fueran propios o de quienes los acompañan en el poder. Montar grandes empresas y negocios usufructuando contratos públicos o gracias a la información privilegiada que surge de su propia potestad de decidir en un sentido u otro sin control. En estas oligarquías además, pueden coexistir ámbitos diferenciados, sin conflictuar entre sí, según un modelo de distribución feudal, correspondiente a los distintos sectores en que se dividen institucionalmente el reparto del poder.
Pues, enfrente se encuentra la sociedad civil compuesta por los productores de bienes y servicios, que viven sólo de su trabajo y no de una franquicia o ley estatal que les garantice ingresos, cada vez más debilitada, pues sus “representantes” han sido cooptados por la oligarquía.
Asi es que, con su consentimiento legislativo y judicial, sufren constantes exacciones por vías impositivas superpuestas, controles de cambio y de precios etc. Básicamente este sector está compuesto por el campo, el comercio, y los servicios en general, así como las pequeñas y medianas industrias e incluso las grandes industrias, que se encuentran a veces a caballo en las decisiones políticas pero que en definitiva integran este sector de la sociedad civil productor de bienes y servicios. .
He aquí, pues, la contradicción principal, oligarquía político burocrática vs. sociedad civil.
Esta contradicción principal es conceptualmente inestable, pues se funda en una profunda injusticia, y ha generado una enorme distancia económica entre sectores. Los que viven del Estado, reciben ingresos regulares, ajustados por inflación. El resto vive sobrecargado de impuestos, controles y reglamentaciones, y está siendo conducido hacia una progresiva pauperización sistémica, pues, quienes dependen del voto popular para sostenerse en el poder , requieren la mayor cantidad de indigentes posibles en la categoría de votantes, y dependientes, por lo cual la eliminación de las clases medias es uno de los objetivos implícitos de la actual degeneración del sistema político.
Está a la vista de que de esta contradicción dependen abundantes otras de carácter secundario. La expansión clientelear oligárquica es similar al despliegue en la ocupación de espacios en un tablero de ajedrez.
Cada casillero (AYSA,YPF,AFIP,DGR,RENAPER,Aduana,ANSES..etc.…) cubiertos con militantes propios asegura tener un fiel “rentado” con fondos públicos cuya lealtad se renueva mes a mes con ingresos que jamás podría obtener trabajando por su cuenta en profesión o empleo privado.
Pero este “fin particular” o beneficio “sectorial”, en el aseguramiento del poder político, es altamente disfuncional ,puesto que sólo se ocupa del bien particular del grupo, en perjuicio del bien común general ,ya que no tiene como objetivo prioritario ni desarrollar la economía ni la producción ni la productividad, porque los puestos que libremente así se crearan no garantizarían la dependencia vertical a la bajada de línea política. Por tanto se somete la racionalidad y la prudencia política al objetivo de la más plena sumisión.
La pérdida del poder adquisitivo y la distorsión de los precios relativos es una de la contradicciones secundarias, pues la clase dominante prefiere apelar a la falsa ilusión de imprimir dinero, manteniendo la dependencia de los empobrecidos, a la de permitir la libertad productiva, que acentuaría la creatividad y libertad de familias y empresas. Los “precios cuidados” son siempre los de los productores y nunca se cuida el “precio” del Estado (los impuestos, retenciones y cargas que recaen sobre los particualres).) Otra notoria expresión de disfuncionalidad, la aparente falta de planes , el secretismo y la proliferación de anuncios mentirosos o contradictorios, no es una falla ni se trata de errores , sino que forman la columna vertebral del método , pues para que esta táctica prospere , debe hacerse del modo más sigiloso posible, y generando permanentemente medidas de desarticulación de la actividad colectiva.
Por eso no les preocupa en su estrategia ni el desaliento que redunda en la emigración de capacidades, ni la pérdida de empresas que se cierran.
Por el contrario, la esencia del bien común humano que configura nuestro pacto constitucional para la éxito de nuestra convivencia social, es la actuación cooperativa en libertad, con sus contrapesos de responsabilidades, lo que requiere, por supuesto, el trazado de rumbos cooperativos comunes generando objetivos, y confianza en los liderazgos de conducción.
Los neo oligarcas, en consecuencia son el resultado de una degeneración de nuestras instituciones y sólo mediante una firme, enérgica y coordinada alianza del sector civil y el pueblo de la Nación, podrán recuperarse los mecanismos republicanos para evitar esta forma de ejercicio del poder que vampiriza en su beneficio la energía de la población trabajadora. En la esencia de todo cambio está la noción de injusticia que surge de la extrema desigualdad de trato entre los beneficiarios de la oligarquía y el resto de la sociedad civil .Está claro para quienes producen, que la única manera de restauración de una sana economía que permita aumentar la producción de bienes y servicios en todos los rubros, y a partir de ahí, fortalecer la moneda, y generar trabajo genuino para toda la población, consiste para empezar en desarticular la trama de beneficios que recibe la oligarquía, reduciendo significativamente el peso de la clase política sobre la vida económica del país.
En consecuencia, esta maligna tendencia debe corregirse y reformar, lo que no es tarea imposible para muchas voluntades concertadas a la vez. La desobediencia civil, expresada en el no acatamiento pacífico y público de aquellas medidas gubernamentales que afectan los derechos individuales esenciales, fortalece la democracia en tanto se opone a los abusos ilegítimos, como han señalado en un reciente texto Juan José Zeffirelli y Marcelo Gioffre. Y no sólo eso, es imprescindible la unidad por encima de las objeciones individualistas. Está en juego la estructura y sobrevivencia misma de la Nación, y deben por lo tanto buscarse nuevas formas colaborativas que se apoyen en líderes que coloquen el bien común como objetivo principal de sus tareas. Debemos por tanto asumir, con una suerte de mayoría de edad social, la independencia del tutorazgo que nos ha hecho creer que el Estado soluciona todo, siendo evidente que se ha convertido en realidad en el ropaje y refugio de una casta inútil y dañina.
Toda reforma profunda requiere sin duda que parte de los reformadores surjan del mismo grupo que debe cambiar. Deben surgir de la sociedad civil, y también de la parte sana de la política. Sin determinados líderes positivos, no hubieran cambiado las democracias europeas después del desastre de la segunda guerra.
Entre nosotros cierto agotamiento de las estructuras partidarias y sectoriales, ha permitido esta decadencia constructora y conservatista de privilegios. Y es de alentar los nuevos liderazgos corajudos capaces de impulsar y generar un nuevo paradigma de fraternidad para el bien común general. Hacia eso debemos apuntar, las nuevas y las viejas generaciones, todos quienes creemos en la República como el sistema equilibrado que nos permite crecer juntos, sin exclusiones, participando individualmente de los bienes comunes en la medida de nuestro libre esfuerzo y aporte.
por Roberto Antonio Punte
Comentarios por Carolina Lascano