Manuel Belgrano (1770-1820) nació en la calle ancha que hoy lleva su apellido. Hoy no hay ciudad o institución en pro del bien común que no lleve su nombre o esté inspirada en su virtud cívica, su inteligencia y su voluntad de ser más y mejor.
Era un caserón colonial signado con el número 430, apto para que habitaran en él un matrimonio, sus dieciséis hijos y otro tanto de esclavos.
El padre de familia, Domingo Francisco Belgrano Pérez (que castellanizó el Peri genovés), próspero comerciante italiano rápidamente vinculado con sus pares del Virreinato del Río de la Plata, España, Brasil e Inglaterra, fue miembro fundador del Consulado, regidor, alférez real y síndico del Cabildo de Buenos Aires; la madre, María Josefa González Casero, porteña de antiguo linaje. Allí jugaban y crecían los hermanos y se iban sucediendo las generaciones.
Desde esa casa se desplegó el pensador, abogado y militar, periodista, escritor y economista, político, diplomático y hombre de bien.
El frenesí del romanticismo se traducía en la forma de sentir y de vivir intensamente tanto los amores como las ideologías predominantes: el arte, la literatura, la música, la política, las embestidas y los resguardos de éstas. En medio, quedan los hijos de estos amoríos fugaces muchas veces desiguales, ya por la edad, ya por el estado o condición social.
Con 32 años, inteligente y apuesto en tiempos de convulsiones y con un sentimiento de autonomía juvenil en las venas, Manuel Belgrano fue designado secretario perpetuo del Consulado de Comercio, y en una tertulia en lo de Sarratea y Altolaguirre conoció a la esbelta María Josefa de Ezcurra de 17 años, hermana de Encarnación, la futura mujer de Rosas, y se enamoraron.
Ella debió casarse al año siguiente con el joven primo peninsular y realista impuesto por su padre, pero el vínculo forzado duro poco y éste regresó a España. Josefa, prendada y libre, durante ocho meses acompañó al general hasta Jujuy, en plena acción del Ejército del Norte al mando de éste, con unos dos mil hombres, poca comida y escasos uniformes adecuados al rigor de las estaciones. Estuvo acompañándolo en la bendición de la Bandera en Jujuy, en el Éxodo y en la batalla de Tucumán. Y así quedó embarazada; Pedro nació en una estancia familiar de Santa Fe el 30 de julio de 1813, futuro secretario privado del Restaurador, político, juez de Paz, comandante del Fuerte San Serapio, estanciero y coronel de la Nación que formó familia y dejó descendencia en Azul. La madre pasó a ser la madrina de bautismo y la tía, y figuraba como hijo adoptivo del Restaurador y de su mujer, sus tíos. Recién a los 24 años -teniendo en cuenta el pedido de su padre biológico- le refirieron la auténtica filiación, y articulando ambas raíces se llamará “Pedro Pablo Rosas y Belgrano”: así conoció a su hermana Manuela Mónica y tuvieron trato; ella fue madrina de uno de sus hijos. Después de Caseros le fueron confiscadas sus once estancias. Inclusive, siendo él comandante y juez en Azul, participó como oficial en la batalla del Rincón de San Gregorio, y con los vencidos fue enviado prisionero a Luján y condenado a muerte: entonces, su hermana escribió al general Lagos pidiendo clemencia “teniendo en cuenta su sangre”.
Belgrano nunca supo que el hijo que tenía Rosas era su propio hijo.
El general se encontraba en Tucumán cuando quedó prendado por María de los Dolores Helguero, y fruto de este breve trato tres años después nació una hija, Manuela Mónica del Corazón de Jesús. La joven debió casarse con otro, el que al poco tiempo la abandonó. En éstos u otros casos, las relaciones afectivas del prócer -un hombre formado en derecho que debió ser general y dirigir un Ejército emancipador-, fueron de breve permanencia, fuertes pero epidérmicas. El mismo Belgrano le escribiría a Güemes, gobernador de Salta en 1817: “Mi corazón es franco y no puede ocultar sus sentimientos: amo además la sinceridad y no podría vivir en medio de la trapacería que sería precisa para conservar un engaño; sólo a las pobres mujeres he mentido diciéndoles que las quiero, no habiendo entregado a ninguna, jamás, mi corazón”.
En verdad, su apasionado corazón fue para la Patria: intervino en la defensa de las Invasiones Inglesas, fue impulsor de la Revolución de Mayo y vocal de la Primera Junta de Gobierno Patrio. Jefe de una de las expediciones libertadoras a la provincia del Paraguay y a la Banda Oriental. Creó la Bandera Argentina en 1812. Dirigió el Éxodo Jujeño. Comandó las victorias de las batallas de Tucumán y Salta y dirigió la II Campaña al Alto Perú. Obtuvo la fundación del periódico “Telégrafo Mercantil”, de la Escuela de Náutica y la Academia de Geometría y Dibujo, la Escuela de Comercio y la de Arquitectura y Perspectiva, algunas de corta duración. Publicó sus ideas y enseñanzas en el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”. Fomentó la agricultura, la industria y el comercio. Tuvo mala salud y pocas posibilidades de cuidarla tras su riguroso compromiso. Lideró la independencia y la educación.
Juana María Nepomucena Belgrano (1776- 1815), la hermana preferida del futuro general y seis años menor que él, vivió hasta su muerte en la casa paterna. Casó en primeras nupcias en 1803 con el español Ignacio Ramos Villamil, y tuvieron siete hijos. Viuda en 1803, se desposó en 1812 con Francisco Luis Chas Pombo (+1890), gallego, siendo padres de seis hijos. Juana fue quien crio y educó a Manuela Mónica Belgrano (1819-1866), la hija de raíz tucumana de su hermano Manuel, agraciada y de carácter fuerte, a quien cortejó el mismo Juan B. Alberdi: la tía paterna hizo las veces de padre y madre. Se casó con su sobrino Manuel Vega Belgrano, y tuvieron sucesión.
“Si estoy en tu memoria,
es porque soy parte de tu historia”
El coronel Ángel de Monasterio (1777-1817), llamado el “Arquímedes de la Revolución de Mayo”, -de quien Mitre expresó: “Belgrano y Monasterio eran dos hombres nacidos para entenderse por el espíritu de orden matemático de que estaban poseídos y por la actividad y celo que desplegaban en el servicio público”-, fue comisionado por el Gobierno en su calidad de Jefe de Artillería para que fortificara las barrancas del río Paraná a la altura de la Villa del Rosario y dispusiera la construcción de baterías en las islas adyacentes a las que el general Manuel Belgrano llamó “Libertad” e “Independencia”, encargo que efectuó en veinte días. En aquel lugar, el 27 de febrero de 1812, en las costas de la actual ciudad de Rosario, inauguró la batería “Independencia” e informó al Gobierno que “Siendo preciso enarbolar la bandera, y no teniéndola, la mandé hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional…“. Así, izó por primera vez la Bandera que él creara con los mismos colores albicelestes de la Escarapela Nacional.
Mi tía abuela Celia (de) Castro Biedma (1885-1945), notoria por su belleza en los bailes y agasajos del Club del Progreso y sus obras como Dama de Caridad, era tataranieta del coronel Ángel de Monasterio y de Juana Nepomucena María de los Dolores de Sarratea y Altolaguirre, hermana del gobernador de Buenos Aires y cuñada del Virrey Santiago de Liniers, “Conde y Defensor” de la ciudad, que vivían en la casona del Bajo de los Dominicos. En la primavera de 1905 contrajo matrimonio con Alfredo Alberto de Estrada Argerich (1881-1915), hermano paterno menor de Ángel de Estrada, fundador de la «Editorial Estrada» y de la primera fábrica de papel del país en la ciudad de Zárate, embajador y ministro plenipotenciario argentino ante la Santa Sede, de quien fue su secretario, junto al Papa san Pío X que valoraba su amistad y consejo, y del célebre José Manuel de Estrada, destacado publicista, orador, político, catedrático, diputado a la Legislatura, senador nacional y uno de los jefes del Partido Católico, miembro fundador y secretario de la Conferencia Vicentina de San Ignacio en 1859. Una boda impar, la entró a la Basílica de San Nicolás don Ángel de Estrada que era su tío abuelo y pasaba a ser su cuñado.
Su hija Celia de Estrada Castro Biedma (1906-2002) casó en 1947 con Alberto Frías Bunge (1900-1979), sobrino tataranieto de Manuelito –como le decían en familia al general creador de la Bandera-, hijo de Alberto Frías Nin y de María Elena Cristina Bunge Chas (1872-1943), hija de Ernesto Federico Alberto Bunge Peña y de Catalina Ramona Joaquina Chas Salas (1839-87), hija de Catalina Salas del Sar y de Francisco Chas Belgrano (1812-90), hijo de Francisco Chas y Juana María Nepomucena Belgrano.
Celia de Estrada de Frías Bunge fue depositaria de recuerdos de la familia recibidos de la propia, de la de su marido y de su tía Sara. Un día me entregó el “Cristo de los Partos” de bronce y madera en su interior que Misia Juanita Belgrano sostenía en el momento de dar a luz a sus 13 hijos, razón por la cual éste tiene una significativa curvatura. Sin paliativos de ninguna especie, las mujeres estaban muy expuestas en el acto de parir: la fuerza sobrenatural les daba empuje y seguridad, y “sin quejarse”, porque eso no era cuestión de señoras bien nacidas.
Betón Frías Bunge -que estudió en el Eaton de Windsor (Inglaterra), en la UBA y estuvo al cuidado de la estancia familiar de la Estación Chas (PBA), en su juventud integró el Regimiento de Granaderos a Caballo, galardonado por el gobierno del Perú, asociaciones civiles (Liga Patriótica Argentina), religiosas (Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral Metropolitana Pontificia de Buenos Aires y la Cofradía del Santísimo Rosario de Mayores de la Basílica de Santo Domingo), grupos sociales y deportivos (Buenos Aires Rowing Club de San Isidro)- conservaba este retrato del General Manuel Belgrano que coincide en actitud y fisonomía con el óleo pintado en Londres por François Carbonnier en 1815. Éste concuerda asimismo con el que tenía su hermana Juana, según podemos apreciar en el retrato pintado por Jacobo Fiorini (1834): la matrona está sentada y tiene a su lado el original del cuadro de su hermano, con una ventana que destaca la batalla de Salta.
Y según recuerda Álvarez Thomas y el mismo Rivadavia, Manuelita era tan parecida a su padre -a quien él llamaba su “palomita”- que cuando llegaban de visita a la casa de los Belgrano la hacían parar frente a este retrato para que se apreciara tal semejanza. No obstante, destaco que sus facciones eran similares a las de su madre María de los Dolores Helguero, que el General conoció en Tucumán en el histórico Baile de la Independencia del 10 de Julio.
Por su lado, Celia, señora de Frías Bunge, tenía un hermano, el doctor Alfredo Alberto de Estrada Castro Biedma (1910-1993), miembro de la Acción Católica Argentina y de los Vicentinos de Las Victorias junto a su cuñado Alberto Frías Bunge, que casó en 1933 con Amelia Giménez Zapiola Bunge (1910-2013) -longeva, memoriosa y locuaz sobrina chozna de la Virreina del Pino y sobrina tataranieta del Gral. Juan José Viamonte, guerrero de la Independencia-, Dama de Caridad y miembro de la Acción Católica en la Villa 31 de Retiro, a la que dotó de una escuela para niños cuyas libranzas a las maestras muchas veces debió sufragar su marido. Vivieron en el Palacio Estrugamou chico y desde allí desarrolló su tarea de fundadora de la Liga de Amas de Casa para la obtención del beneficio jubilatorio de las empleadas domésticas.
Cabe destacar que del primer enlace de Juana María Nepomucena Belgrano -hermana del General- con Ignacio Ramos Villamil, fue hija María del Carmen Florencia Severa Ramos Belgrano (1793-1846) que casó con el Gral. Ignacio Álvarez Thomas (1787-1857), patriota desde la primera hora: luchó en las Invasiones Inglesas (1806 y 1807) siendo apresado, encarcelado y ascendido por Liniers luego de recibir diez heridas de bayoneta y una de bala en la playa del Buceo y ser dejado por muerto, participó en los días de Mayo de 1810, en los primeros encuentros por la libertad, adhirió a Artigas pronunciándose contra Alvear: el Cabildo porteño y el general Soler aprovecharon la coyuntura para forzar la renuncia de éste. Fue electo Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata en carácter de sustituto por ausencia de Rondeau; convocó al Congreso de Tucumán que declaró la Independencia en 1816, secretario general de la gobernación de Buenos Aires, luego embajador de la provincia de Buenos Aires en el Perú y Chile, encarcelado y luego desterrado por Rosas hasta después de Caseros.
Álvarez Thomas nos describe a su mujer, “compañera de mi trabajada vida”: “Joven y bella hizo las delicias del hogar por muchos años, sin que se turbase jamás la paz doméstica. Mientras la fortuna me sonrió con sus dones elevándome a los más altos puestos de la República Argentina, brilló en la sociedad con la modestia de su carácter angelical. Después vinieron los tiempos de prueba, y en ellos ostentó la grandeza de su alma inmaculada. Precisados a buscar un asilo en el territorio oriental contra la tiranía del Régulo alzado en su patria la resignación de ésta mujer admirable la llevó hasta ocuparse de los quehaceres más humildes que pedía la soledad del destierro y los cuidados de sus hijos; y cuando dos de éstos quisieron ir a tomar parte en la malograda redención de su país les dio su fatídica bendición adivinando que nunca retornarían a sus brazos. ¡Acerbo destino! Nuevas calamidades llegaron enseguida a acibarar a la familia proscripta. Las hordas del feroz dictador invadieron la república de nuestro albergue con tanta rapidez que fue indispensable abandonar precipitadamente el establecimiento que hacía toda nuestra modesta existencia a la rapacidad de los vándalos para buscar un refugio dentro de los muros de su capital, sin recursos y como mendigos para soportar las penurias del largo sitio que hoy la inmortaliza. Tanta desventura no podía dejar de minar la constitución física de una dama criada en el regalo. Cual planta delicada que se transporta y muere en los páramos, ella también sucumbió con serenidad en la tierra extranjera. Sus últimos instantes fueron los del justo que se eleva a Dios para recibir el premio prometido. Rodeada de sus hijas que recogieron con su ejemplo el último suspiro desapareció del mundo, encargando la traslación de sus restos mortales a su esclavizada patria, si algún día era redimida del cautiverio” (G.F.).
Este es su retrato físico y moral. La fe probada de la familia a la que hace alusión su marido, tiene su ejemplar en este Escapulario de la Virgen del Carmen que perteneció a María del Carmen Ramos Belgrano de Álvarez Thomas, sobrina del General, bordado sobre seda con hilos de colores, laminillas y orillos tejidos en oro.
La hija mayor fue Rosa Estanislada Segunda Álvarez Thomas Ramos Belgrano (1813-1872), bautizada en La Merced con el padrinazgo familiar de Juana Belgrano y Francisco Chas, casó en 1833 con José Gregorio Botet Oyuela (1811-1896), padres de Rosa Botet Álvarez Thomas que contrajo matrimonio con Adolfo Gregorio Villatte Ulmer (+1923), cuyo hijo fue el Dr. Juan José Villatte Botet, oficial mayor del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública en 1907 y sobrino tataranieto del Gral. Manuel Belgrano, que casó (1890) con Sara de Estrada Argerich, hija de José Manuel María Francisco de los Dolores de Estrada y Barquín (1814-1888), propietario y benefactor, jefe del Regimiento de Cántabros-Montañeses en la Defensa de la ciudad de Buenos Aires, diputado a la Legislatura, presidente del Banco de la provincia, gerente de la empresa del Gas y fundador de la primera usina que dio alumbrado a la Gran Aldea, presidió la Asociación Católica y fue Hermano Mayor de la Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral Metropolitana, y de Magdalena Cecilia de las Mercedes Argerich Rivero, nieta del Dr. Cosme Argerich (1758-1820) que integró el Protomedicato y fue director de la Escuela de Medicina y Cirugía de Buenos Aires, estableció la vacunación gratuita en la población e intervino en las luchas por la Independencia.
Cabe destacar que la antigua quinta de los Barquín Estrada y luego de los Noel, en el Bajo de Suipacha al 1400, en la actualidad es el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco.
Juan José Villatte Botet, sobrino tataranieto del Gral. Belgrano, era primo hermano de Carlos Villatte Olaguer Feliú (1877-1918), nieto a su vez de Manuela Paula Martina de Azcuénaga y Basavilbaso, hija del prócer de Mayo, Brigadier Gral. Miguel de Azcuénaga y Basavilbaso, prima 2ª de mi bisabuelo el comandante Marcos de Castro Ramos y Quiñones, miembro del Partido Blanco del Uruguay, y mujer del Tte. Coronel José Olaguer Feliú y Azcuénaga, hijo del VI Virrey del Río de la Plata y en su mocedad caballero paje del rey Carlos IV de España y de Indias. Recordemos a la par que Carlos Villatte Olaguer Feliú fue el último propietario de la “Chacra de los Olivos” proyectada en 1851 por Prilidiano Pueyrredon, donada por éste al “Superior Gobierno de la Nación Argentina” para Residencia Presidencial de Olivos.
Sara de Estrada de Villatte fue Dama de Caridad de gran influencia en sus obras y presidenta del Taller de la Conferencia Vicentina, acompañó a su hermano Ángel en Roma cuando ya era viudo y ministro plenipotenciario ante la Santa Sede; mantuvo amistad con la Vble. Madre Camila Rolón y con San Pío X, quien los invitaba a su mesa y les hizo legatarios en su testamento. Conservo la foto firmada por el santo Padre con la bendición para esta señora que vivió en el Palacio Estrugamou chico y en la quinta de Flores.
De su legado:
En el abanico de papel litografiado del Himno Nacional Argentino:
- Escarapela metálica que perteneció al Gral. Ignacio Álvarez Thomas, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y retrato de época del mismo.
- Broche con el Escudo de la Confederación Argentina de Rosa Botet Álvarez Thomas de Villatte.
- Moneda de plata que perteneció a José Gregorio Botet Oyuela, año 1845.
Los frutos del espíritu
Cuando la Beata María Antonia de Paz y Figueroa (1730-1799) inicia la reconquista espiritual del Plata y llega a Buenos Aires en la primavera de 1779, se detiene en la iglesia de La Piedad. En 1780 fue recibida en la iglesia de San Miguel por el Pbro. santiagueño José González de Islas que atendía el hospital de mujeres, la botica y la Casa Cuna fundadas por su padre, el Pbro. Juan Alonso Guillermo González y Aragón, sacerdote de viudo y capellán de la Hermandad de la Santa Caridad, bisabuelo del General Belgrano.
Allí, en Mitre 896 esquina Suipacha, la Beata Mama Antula instaló su oratorio para decir Misa bajo el patrocinio de la Virgen de los Remedios, asistida por el generoso santiagueño. Cabe señalar -a efectos de reafirmar el sentido religioso de la familia- que Domingo Belgrano Pérez y su mujer, padres del creador de la Bandera, contribuían al sostenimiento del Colegio de Niñas Huérfanas de San Miguel y que su hijo Manuel Belgrano, siendo secretario del Consulado, estableció un premio para las niñas con el fin de promover la laboriosidad femenina porteña.
Entre 1783 y 1793, la Madre María Antonia estuvo desarrollando la difusión de los retiros ignacianos en una casa de la calle Moreno, detrás de la Iglesia de Monserrat; y en 1791, la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo se mudó a dicho templo, con lo cual puede afirmarse que este vínculo con la familia de Manuel Belgrano -que realizó ocho tandas de Ejercicios Espirituales en la Santa Casa- se mantuvo y dio frutos.
La toponimia interfamiliar está cimentada en la riqueza del usufructo agro-ganadero y en el afianzamiento del arraigo mediante el matrimonio entre parientes.
Con un proyectivo sentido de progreso y expansión de los frutos del campo y del trabajo, expresaba Manuel Belgrano: “Nuestro suelo, nuestro clima nos está convidando para aumentar el número de seres vegetales, ya propagando las especies que tenemos, ya haciéndonos propias las de diversos climas. Con poco cuidado que prestemos a su cultivo, así repondríamos lo que han construido los que nos precedieron y lo que nosotros arruinamos sin consideración alguna a la posteridad”.
En 1870 se fundó la Estación CHAS inscripta en el ejido del Partido de General BELGRANO creado en 1891 sobre tierras de Tomás Chas Salas, perteneciente a la línea del Ferrocarril Roca que se integraba con los ramales de los pueblos vecinos agrícolo-ganaderos que hasta 1993 tuvo servicio de pasajeros y culminó del todo en 2005: de su iglesia es esta medalla que perteneció a Alberto Frías Bunge.
Igualmente, en 1905 fue inaugurada la Estación EMILIO V. BUNGE en el Partido de Gral. Villegas y sobre la línea del Ferrocarril Gral. San Martín (a 500 km de la CABA), nula en la actualidad.
El doctor Emilio Vicente Bunge Peña (1837-1909) levantó el pueblo sobre 16 leguas que había comprado al Superior Gobierno de la Nación en 1901, cuyo ejido fue emplazado por su hijo el arquitecto Carlos María Mauricio Bunge Chas, casado con su prima María Ernestina Genara Elena Catalina Vicenta Bunge Chas, bisnieta de la referida Juana Belgrano.
Emilio V. Bunge estaba casado con Juana Joaquina Catalina Chas Salas, hija de Francisco Chas Belgrano (1812-1890), -hijo mayor del segundo matrimonio de Juana María Nepomucena Belgrano, hermana del General-, poderoso ganadero en el sur de la provincia, benefactor y concejal de la primera Municipalidad de Buenos Aires en 1854, mitrista, constituyente del Estado de Buenos Aires y senador de la Legislatura, y de Catalina Salas del Sar (1821-1891), que residían en Florida y Corrientes, y en verano en la quinta que les construyó en 1886 el arquitecto Ernesto Bunge en las barrancas del Barrio de BELGRANO, luego residencia del escritor Enrique Larreta, hoy convertida en Museo de Arte Español.
La iglesia del pueblo de Bunge inaugurada en 1908 fue puesta bajo el familiar patrocinio de San Juan Nepomuceno. En el año 2019 se inauguró en la plaza principal una Estación Solar con capacidad para abastecer de agua caliente, terminales de carga con puertos USB para teléfonos celulares, notebook o tablets, servicios de Wi-Fi, cámaras de vigilancia y estación meteorológica.
El Dr. Francisco Benito Chas Belgrano (1812-1890), propietario de un establecimiento agrícola con majadas de ovejas y carneros en el Partido de Gral. BELGRANO que merecían ser exhibidos entre los ejemplares internacionales, el 1º de enero de 1873 donó una pila de agua bendita de mármol de Carrara a la Capilla de Luján de la localidad de Rosas (BA). Contrajo matrimonio con Catalina Salas del Sar y fueron padres de Vicente Joaquín Chas Salas (1844-1928), senador a la Legislatura de Bs. Aires y presidente del Banco Hipotecario de la Provincia, quien casó con María Lauga Bergeroo, a quien su amiga Angela Lanata cuando eran niñas le obsequió este pequeño cuadro de la Virgen Sixtina fechado en Rosario de Santa Fe en 1883.
El último barrio porteño fundado en 1925 como una novedad urbanística sobre tierras de la familia es el PARQUE CHAS, cuyo delineamiento fue solicitado por el sobrino nieto del Gral. Manuel Belgrano y cuya característica singular es contar con calles circulares laberínticas con nombres europeos en su centro, estructura radio céntrica con el amanzanamiento ortogonal de calles en ángulo recto. Así nació el Parque Chas hoy convertido en uno más de los típicos barrios porteños.
En esta toponimia familiar recordemos finalmente que la madre del general Manuel Belgrano -María Josefa González Casero (1742-1799)- poseía tierras a 24 km de la ciudad que venían desde el siglo XVI en la familia, y su denominación hoy tácitamente la recuerda: CASEROS.
Por Aldo Marcos de Castro Paz