Tocar a una leyenda como Presley tiene sus riesgos: para los más puristas puede que este biopic no les convenza y para los que esperan de Baz Luhrmann un producto a la altura de su admirable Moulin Rouge encontraran aquí un film más convencional. Sin embargo puede ser disfrutable para el resto. Austin Butler, su protagonista, tiene el suficiente encanto como para transmitir el carisma de la leyenda que encarna.
La mirada del director se centra en la influencia del coronel Tom Parker como su representante, un obscuro personaje otrora prestidigitador de feria, quien supo ver en el joven Elvis a su gallina de los huevos de oro. Caracterizado por Tom Hanks como una suerte de Guasón (con un payaso en el puño de su bastón), su larga y complicada relación con Elvis cobra la forma de un pacto con el diablo.
La veta más interesante del film es cuando se centra en los humildes orígenes del ídolo nacido en Mississippi en 1935 y creciendo junto a los afroamericanos, descubriendo su fascinación por el góspel y el blues que lo llevará a crear un estilo único. En plena época de las leyes segregacionista, esta mezcla de rock con “música de negros” (como se la llamaba despectivamente) fue realmente explosiva, como también lo fue su amistad con famosos cantantes de color como B.B.King .El fenómeno Elvis no se debe solamente a su voz única e inigualable sino también por ser artífice de cambios en la realidad social de su país: acusado de cantar y moverse “como un negro”, Presley termina dividiendo la opinión de una nación absolutamente conservadora pero a punto de transformarse, impactando a través de la música sobre los gustos de las nuevas generaciones;
Existía una natural inseguridad en Elvis (sobre todo a partir de la muerte de su madre) que solo dejaba de lado cuando estaba sobre el escenario. Ese punto débil fue aprovechado por Tom Parker para mantenerlo bajo su control y así seguir engrosando sus bolsillos con ganancias, el coronel fue el responsable de empantanar tanto sus aspiraciones de ser un actor serio como su sueño de realizar giras por el mundo..Elvis termina siendo un títere en sus manos, en donde los excesos de la estrella hacia el final de su corta vida también parecen ser culpa de otros. Es como si Baz Luhrmann no se animara a empañar la imagen de la leyenda.
ELVIS no escatima en esplendor visual pero le falta la audacia de un Moulin Rouge (el musical más famoso de Luhrmann), quizás por tener que ajustarse a una figura que existió realmente. Baz mantuvo bajo control su fantasía desbordante que, en realidad, es su sello y eso hace de ELVIS un biopic más convencional pero, no por eso, falto de atractivo.
por Lic. María Andrea Piazza