GEOPOLÍTICA DEL SIGLO XXI:
Mutaciones en el sistema comercial y monetario internacional.
José Miguel Amiune
Introducción:
Argentina carece de pensamiento estratégico. Es una sociedad que absolutiza el presente y lo independiza de la Historia. Esta no consiste solo en el estudio del pasado, sino que es el inconsciente del presente. Ese presente que no pensamos, el que no vemos. Sólo vemos un montaje, el mundo del espectáculo y del marketing político. Los temas estratégicos son esos procesos que no vemos, que vienen del pasado, se repiten compulsivamente cada década, y tratan de configurar el futuro.
La geopolítica es un mundo de construcción de poder en relación con la geografía. Es, por tanto, una de las formas del pensamiento estratégico.
El tema de hoy es la Geopolítica del Siglo XXI. ¿Por qué? Porque estamos presenciando el cambio de una hegemonía unilateral de EE.UU. hacia una geopolítica multilateral de la que emergen otros actores importantes: China, Rusia y la Unión Europea.
¿Qué mundo surgirá de esta nueva distribución del poder y las zonas de influencia de cada actor? No lo sabemos. El sentido de esta disertación se asemeja a la mayéutica ateniense, contribuir a formular las preguntas correctas para incrementar las dudas, en lugar de las certezas.
Efectivamente, no pretendemos sembrar certezas sino dudas. Compartir con Ustedes, todos los interrogantes y conjeturas, alrededor de esta lenta y dolorosa transición. Nos preguntamos: ¿qué procesos pueden ser los parteros de la Historia? Qué eventos pueden significar las fracturas de la continuidad, para modificar la geopolítica mundial y acentuar el multilateralismo a lo largo y como característica del Siglo XXI.
La mayor parte de la humanidad ha renunciado a pensar, distraída por la industria del entretenimiento o por este nuevo dios digital omnisapiente al que llaman Google que nos satura de información, generalmente, vana. Lo que nos proponemos es incitarlos a pensar mejor, para vivir mejor. A liberarse de la alienación de nuestro tiempo que es la hiper-información manipuladora e inútil.
En tal sentido nos ha parecido útil plantear y desarrollar tres hipótesis. ¿Qué es una hipótesis? Es un ejercicio de suposición, con pruebas insuficientes para deducir de ella conclusiones determinadas. Por ello yo no espero arribar a conclusiones, sino dejar planteados y abiertos los temas a la consideración de Uds. Este no es el fin de la historia, sino un ejercicio reflexivo con final abierto.
Hipótesis 1: El paso de una geopolítica unilateral a una multilateral:
En un reciente Informe de la Consultora Stratfor se informa que EE. UU. ha variado el paradigma de su Doctrina de Seguridad Nacional. Desde 2002 a 2017 el principal enemigo identificado era el terrorismo internacional. La Nueva Doctrina de Defensa sustituye al terrorismo, como prioridad, para colocar en su lugar a dos grandes potencias enemigas: China y Rusia. Esto implica un cambio copernicano en el tablero geopolítico mundial. Ahora el enemigo principal no es un actor no gubernamental, sino dos grandes potencias nucleares. La administración Trump advierte que, en 20 ó 30 años, pasará de ser la potencia hegemónica a ser un primus inter-pares, lo que brinda un marco histórico y conceptual a su nacionalismo aislacionista. Ello se manifiesta en el aumento exponencial del presupuesto de defensa, con especial afectación al incremento de su capacidad nuclear.
1.-CONFLICTOS CON RUSIA
Si bien EE. UU. supera en 4 veces el gasto militar de China y 10 veces el de Rusia, el discurso de Putin el 1° de marzo de 2018, le responde que cuenta con tecnología capaz de vulnerar los escudos antimisiles desplegados alrededor de Rusia, desde Polonia y otros países ex soviéticos. Este clima que recrea la guerra fría nos hace pensar que el enfrentamiento EE. UU. vs. Rusia en Siria, se asemeja a la Guerra Civil Española, donde las grandes potencias experimentan su capacidad y su tecnología militar. El Informe de Stratfor dice que si esto fuera así, después de siete años de guerra, Siria y Rusia, la estarían ganando. Los turcos están a punto de tomar la capital kurda, Assad controla casi el 90 % del territorio y Rusia ha recuperado la importante base naval de Tartus, que tiene en Siria, lo que le otorga una posición estratégica sobre el Mediterráneo.
La Guerra Fría que retorna ahora ya no se puede identificar con el rótulo de la confrontación ideológica entre un Estados Unidos capitalista y una Unión Soviética socialista. No solo desapareció la URSS, sino que además el gobierno ruso de Vladimir Putin representa también una propuesta capitalista bajo un sistema centralizado, respaldado por la mayoría de los votantes. No es casual que esta misma definición sea, en cierta medida, aplicable al gobierno de Donal Trump en los Estados Unidos.
¿Cuál es la causa del conflicto en Siria? ¿Por qué intervienen Rusia e Irán? Los ciudadanos comunes tenemos más dificultades en identificar las causas porque escapan al ruido de las noticias. Es convencional distinguir entre causas próximas y estructurales. Entre las causas próximas, la disputa sobre un estratégico gasoducto de gas natural ha sido la más mencionada. Las grandes reservas de gas natural de la región de Qatar e Irán tienen dos trayectos alternativos para llegar a la rica y voraz consumidora Europa: el gasoducto de Qatar a través de Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía; y el gasoducto de Irán a través de Irán, Irak y Siria. Por razones geopolíticas, Estados Unidos favorece el primer trayecto y Rusia el segundo. Bashar al-Asad también prefirió el segundo por favorecer solo a gobiernos chiitas. Desde entonces pasó a ser un blanco a derribar por los occidentales. El comandante Rob Taylor, profesor del General Staff College, escribió : “Visto desde una óptica geopolítica y económica, el conflicto en Siria no es una guerra civil, sino el resultado del posicionamiento de varios actores internacionales en el tablero de ajedrez geopolítico, preparándose para la apertura del gasoducto.”
Es indudable que hay un aumento del riesgo geopolítico que rompe la ventaja de la guerra fría. EE.UU. interviene en Georgia, Rusia en Ucrania, Crimea y Siria, donde la recuperación de su puerto cambia la geopolítica de la región. La impresión es que ninguna de estas potencias quiere dominar el mundo, pero sí redistribuir sus zonas de influencia. El objetivo de Putin es recuperar el área comprendida entre el Ártico y el paralelo 38 y del Atlántico a Vladivostock.
Por otro lado, Rusia aspira a ejercer su influencia en Eurasia. En Europa Putin tiene mejor imagen que Trump. Por otra parte, el primero es el gran proveedor de gas a Europa. A Rusia lo que le molesta es el cinturón de seguridad que la rodea y que los países bálticos entren en la OTAN. Ya ha quedado muy atrás la tesis de Breszinsky de dividir a Rusia en tres, después del colapso soviético. Putin es considerado por los rusos un líder nacionalista. Por eso ganó las elecciones del 18/3/2018 con el 74% de los votos.
2.- CONFLICTOS CON CHINA
Las causas estructurales son quizá más convincentes. Estamos en un momento de transición entre globalizaciones del capitalismo. La primera globalización ocurrió entre 1860 y 1914 y estuvo dominada por Reino Unido. La segunda ocurrió entre 1944 y 1989 y estuvo dominada por Estados Unidos. La tercera se inició en 1989 y está terminando ahora. Estuvo dominada, unilateralmente, por Estados Unidos, pero con creciente participación multilateral de Europa, Rusia y China. En los intervalos de las globalizaciones, la rivalidad entre países aspirantes al dominio aumenta y puede derivar en guerras entre ellos o entre los aliados de cada uno. La rivalidad en este momento es entre Estados Unidos, un imperio establecido, y China, un imperio ascendente. A esto se le llama la trampa de Tucídides.
Según el estudio “Tendencias globales 2030”, del insospechado National Intelligence Council de Estados Unidos, en 2030 “Asia será el motor de la economía mundial como fue hasta 1500” y China puede convertirse en la primera economía del mundo. La rivalidad se intensifica y no puede ser de enfrentamiento directo porque China ya es muy influyente en la economía interna de Estados Unidos y un acreedor importante de su deuda pública. La guerra comercial es fundamental y alcanza a las áreas de alta tecnología, porque quien las controle (la automatización o robótica) dominará la próxima globalización. Estados Unidos solo invierte en proyectos que puedan aislar a China. Como China es ya demasiado fuerte, tiene que ser enfrentada a través de sus aliados. El más importante aliado de China es Rusia, y los acuerdos recientes entre ambos países prevén transacciones comerciales, sobre todo de petróleo, no denominadas en dólares, una amenaza fatal para la moneda de reserva internacional.
Agrega el Informe de Stratfor, que la política en materia arancelaria respecto a la producción de acero, aluminio y otros metales, más que proteccionismo comercial, tiene que ver con aplicar barreras arancelarias a insumos críticos para cualquier esfuerzo bélico. Esto huele a preparativos de guerra. Por su parte China respondió el 5/3/2018 que, ante un ambiente tan hostil, habrán de aumentar el gasto militar al 8,1% de su PBI, que representa el 25% del PBI mundial. El conflicto en el Mar de la China, convierte a esta potencia, tradicionalmente volcada al esfuerzo de expansión comercial, en un potencial beligerante respecto de su principal opositor en la región que es Vietnam.
En el caso de Xi-Jimping fortalecido como líder absoluto, de reelección indefinida, a la altura de Mao y Deng Xiao Ping, lo que pretende es mantener su influencia en el Sudeste Asiático y extenderla al continente africano.
La gran estrategia China para las próximas décadas es “Una ruta, una franja”, un anillo de seis corredores, que no es otra cosa que reconstituir la “Ruta de la Seda”, para llegar con sus productos a Occidente, al África y al resto del mundo.
Si se compara el crecimiento promedio chino del 6% anual sobre el 3% de los EE.UU., en 15 años China duplicaría su PBI. Con Partido Único, Xi como líder sin límites de tiempo, centro de las grandes decisiones, y una meritocracia política, son todas ventajas a favor de China. La pregunta obligada es: ¿EE. UU. necesita crear un casus belli o aceptará pacíficamente el crecimiento y la expansión de China?
2.1.-El tema del Acuerdo Nuclear con Irán
La salida del acuerdo nuclear de EEUU tuvo lugar después de que Trump declarase la “guerra comercial” a China, provocando el enojo del Sr. Xi, y propiciando una alianza, de facto, entre los dos países. (China e Irán). Ahora bien:
China se libera de la presión militar ejercida por la Doctrina Obama que proyectaba el Tratado Trans- Pacífico, ya que Trump se centra, como Bush, en el Medio Oriente.
Vuelve a Irán más dependiente que nunca a China, que así puede jugar esta carta en sus negociaciones con EEUU. Es curioso que la RI no vea ninguna inconveniencia en esta dependencia, y no es precisamente por su simpatía hacia el socialismo.
China podrá ocupar el lugar de compañías que ya están barajando salir de Irán, como el de la alemana Siemens o la petrolera francesa Total, que había firmado un acuerdo por 5.000 millones de dólares para desarrollar el campo de Pars Gas en el Golfo Pérsico. Aumentando las transacciones con Irán a través del yuan, en vez de usar dólares o euros.
La cuestión más complicada, desde luego, es la relativa a las sanciones restablecidas sin más por Estados Unidos. Una de las deformaciones mayores del derecho internacional en la posguerra fría ha sido, por un lado, admitir la imposición de sanciones al margen del Consejo de Seguridad, por uno o varios estados. Otra, aún peor, es validar la aplicación extraterritorial de esas sanciones. Los países europeos que han acudido a las sanciones al margen de la ONU y han buscado o aceptado su aplicación extraterritorial se ven obligados ahora, por desgracia, a enfrentar las consecuencias de esas actitudes.
2.2.- El tema de Corea del Norte
El gran problema entre China y EE.UU. con respecto de la desnuclearización de la península de Korea es que estos últimos quieren desnuclearizar a Korea del Norte y los Chinos quieren sacar las cabezas nucleares de las bases americanas establecidas en Korea del Sur y en Japón. En suma, todos quieren desmantelar los arsenales nucleares de los socios de su enemigo, pero no los de sus socios.
EE.UU. es y seguirá siendo la potencia del Pacífico, pero Donald Trump no está jugando bien sus cartas. Si hay desnuclearización en sentido amplio, gana China. Por otra parte el problema de Korea es bilateral, interno, regional y global. No olvidemos que la Península de Korea fue una colonia japonesa. La unificación de ambas Koreas aparece como un dato en contra de los intereses nacionales de Japón. Esa es una de las discrepancias de Japón con EE.UU. La otra es que cuando EE.UU. denuncia el Acuerdo con Irán, Japón apoya al Grupo 5+1.
El error de cálculo de Trump fue abrir, simultáneamente, la negociación con Korea del Norte y salir del Acuerdo con Irán. Ambos temas le han restado aliados importantes como la Unión Europea y Japón. Aquí no hay ningún actor irracional. Eso es un mito.
3.- LOS CONFLICTOS CON LA UNIÓN EUROPEA.
Donald Trump está erosionando la Alianza Atlántica con Europa. Ha abierto seis frentes contra sus anteriores aliados del viejo continente: la exigencia de que financien la OTAN, la salida del Acuerdo con Irán, Jerusalén como capital de Israel, el proteccionismo comercial y la denuncia del Tratado de París sobre el cambio climático y el euro.
Como la UE rechazó en bloque el ataque de Trump al acuerdo nuclear con Irán de las 6 potencias (6P+1) esas rivalidades se acentuaron: la UE, por razones geopolíticas y económicas no quiere otra guerra en Medio Oriente, ni riesgos de guerra nuclear. Tampoco los altos costos a empresas europeas de la extraterritorialidad de las sanciones estadounidenses contra Irán y firmas de terceros países. La semana pasada Trump rechazó la postura europea regañando a Bruselas y Berlín: una inusitada fricción con la UE y Alemania tanto en lo comercial como en materia de seguridad. Dijo: “Alemania debe mostrar liderazgo en la alianza (OTAN) haciendo algo por su déficit en inversión militar que viene de hace años. No aporta lo que le corresponde y… se beneficia mucho más que EU… además, como se sabe –los europeos– compran una gran cantidad de gas natural a Rusia, pagando decenas de miles de millones de dólares”.
A raíz del ataque de Estados Unidos al pacto nuclear con Irán y de la agresividad de Trump, Berlín inició un enlazamiento, hasta ahora vetado por Washington, con Rusia y China, en apoyo al pacto con Irán mientras, según informa True Public (ICH, 18/5/2018). “Desde hace dos meses Irán, por su parte, giró instrucción para que todo su comercio no se realice con dólares, sino en moneda nacional, el euro o el yuan-oro. También se supo que la UE prevé la restauración del Estatuto de 1996, que prohibe a las compañías europeas someterse a las leyes extraterritoriales de Estados Unidos”.
La UE plantea usar euros en sus compras de crudo a Irán, unos 450 mil barriles diarios, mientras Asia le importa a Irán 1.8 millones de bd. China es el mayor importador de petróleo del mundo y está dispuesta a comprar el remanente de la producción iraní. Es la segunda economía mundial y realiza su comercio petrolero en yuanes, en especial desde que lanzó su mercado de futuros.
Ni la hostilidad de Trump al control de las decisiones de Europa, ni su veto a los lazos económicos euro-asiáticos, ni su no-uso de las sanciones a cambio de vender gas natural a la UE, tienen futuro asegurado.
En suma, vivimos un nuevo paradigma del poder, hemos pasado de una geopolítica unilateral a una multilateral. Es decir, la geopolítica de cuatro potencias: EE.UU., Unión Europea, Rusia y China, definirá la estructura y distribución global del poder en el Siglo XXI.
Hipótesis 2 La escalada de una guerra comercial a nivel global
Ante la posibilidad del estallido de una guerra comercial a nivel global varios organismos internacionales se abstienen de denunciar el proteccionismo estadounidense, que viola las normas fundacionales de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Es el caso del FMI, Banco Mundial, la OCDE y el GRUPO DE LOS 20.
Invocando una ley de 1962, Trump firmó una orden ejecutiva para investigar el impacto de las importaciones de acero en la seguridad nacional del país. Tras asumir que su decreto marca “un día histórico para EE.UU.”, indicó que el acero es “fundamental para ambas, nuestra economía y las fuerzas militares”, y que no se trata de “un ámbito en el que podemos permitirnos depender de países extranjeros”.
El mundo condenó, las medidas proteccionistas anunciadas por Donald Trump, que amenazan con desencadenar una guerra comercial global. La mayoría de las potencias comerciales de Europa y Asia criticaron la decisión del presidente norteamericano de aumentar, “por un largo período”, las tasas a la importación de acero (25%) y aluminio (10%), al tiempo que las bolsas sufrieron el impacto de la medida.
“Una guerra comercial sería catastrófica para todo el mundo. Nadie saldría ganador de ese enfrentamiento”, había advertido en vísperas del anuncio, el brasileño Roberto Acevedo, director de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La “guerra comercial global” libró una dura batalla en las recientes reuniones preparatorias Interministerial y de Cancilleres del G20 en Buenos Aires, Las tensiones con EE.UU. acapararon las declaraciones de los funcionarios asistentes, aunque no apareció mención alguna en el Comunicado Conjunto de la primera y, directamente, no hubo declaración final de la segunda. Todo ello para satisfacción de la representación anfitriona, es decir, argentina. La disputa se planteó, principalmente, por los cuestionamientos de los representantes asiáticos y europeos a la administración de Donald Trump y sus políticas proteccionistas.
Los países temen que EE.UU. avance con niveles mayores de proteccionismo. Ya los ha impuesto a los cítricos, las carnes, el gasoil y los tubos sin costura. Todos ellos afectan directamente a la Argentina. En tal sentido los países miembros del G20 preparan un documento contra el proteccionismo de los EE.UU. Este documento prometido, no termina de ver la luz.
Hipótesis 3: La guerra de divisas y la declinación del señoreaje monetario del dólar
La Reserva Federal (Banco Central de los EE.UU.), a partir de la crisis de 2008, ha bajado las tasas de interés y ha emitido casi 4 billones de dólares nuevos. Ha inundado el mundo con su divisa para salvar a los bancos, es decir al sistema financiero. Lo hace en ejercicio de su “señoriaje monetario”, que consiste en el poder de emitir, sin restricciones, la moneda de reserva del mundo. El comercio global se realiza en dólares estadounidenses. La mayoría de los gobiernos invierten sus excedentes o ahorros en activos financieros de los EE.UU. Por eso la revista Forbes dice: “Hay una moneda global, se llama dólar estadounidense”. Adicionalmente, el señoriaje del dólar le significa al órgano emisor obtener la diferencia entre el costo de impresión de cada billete (tres centavos de dólar) y el valor que el billete adquiere en el mercado. Pero la Reserva Federal no emite sólo dólares para el mercado estadounidense, sino que lo hace para países que han adoptado el dólar como moneda nacional y para financiar la mayoría del comercio internacional, cuyos precios y contratos se denominan en dólares.
Bien, todo esto corre peligro de declinar rápidamente. ¿Por qué? Trataré de explicar mi visión de este proceso.
Nada más que lo emitido por la administración Obama para paliar la crisis desatada en 2008 (4billones de dólares nuevos), equivale a casi un cuarto del PBI total de los EE.UU. Al inundar la FED el mercado de dólares nuevos se temía que esto provocara un aumento masivo de precios y, consiguientemente, un aumento de la inflación. Sin embargo, la consecuencia esencial de ese emisionismo, no ha sido la inflación. Ha sido la deuda. EE. UU. ha pasado a ser el mayor, el gran deudor, del planeta.
Este problema comenzó en 1971, cuando el Presidente Richard Nixon acabó con el respaldo del patrón oro. Es decir, que desvinculó la emisión de dólares de las reservas de oro que lo respaldaban, guardadas en Fort Knox. Desde esa fecha, el total de la deuda de EE.UU. se disparó de 5 a los 80 billones de dólares actuales. La Oficina de Administración y Presupuesto del Congreso proyecta que la deuda llegará a representar el 250% del PBI, en los próximos años, si el gobierno no hace un cambio en la política monetaria. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental acaba de informar que EE.UU. está en riesgo de “crisis fiscal”. La Agencia Bloomberg afirma que la vulnerabilidad más importante es la deuda creciente, mientras el periódico Investor´s Business Daily publica que “la deuda actual ronda el 105% del PBI y se ha entrado en zona de peligro”.
Como se puede apreciar el dólar y la deuda son dos caras de la misma moneda. Warren Buffett dice: “La gente tiene razón de temer al papel moneda, cada vez va a valer menos”. El magnate está en lo cierto. El dólar estadounidense ha perdido el 96% de su valor desde que se creó la Reserva Federal en 1913, mientras que el endeudamiento se ha disparado. Los países están inquietos sobre las posibilidades de que EE.UU. pueda pagar su deuda, mientras sus reservas en dólares van a seguir perdiendo valor. Es por este motivo que el mundo se está “desdolarizando”. Muchos países están renunciando al dólar como reserva de valor, optando por las reservas metalíferas: el oro, en menor medida, la plata, o las cripto-monedas o monedas digitales. De estas últimas, hablaremos luego. El dólar está dejando de usarse como moneda de cambio o reserva de valor, por el consumo desmedido de productos importados, el emisionismo creciente y el endeudamiento de los EE.UU.
Ejemplos:
- Gran Bretaña se unió al sistema de comercio de divisas de China para evitar el dólar y comerciar directamente con la libra esterlina y el yuan.
- El gobierno chino vendió casi 100 mil millones de dólares en acciones estadounidenses en 2017. Han estado reduciendo sus tenencias de bonos del Tesoro y han almacenado, secretamente, cientos de toneladas de lingotes de oro de alta pureza.
- Irán ha utilizado oro para evitar las sanciones estadounidenses y el sistema de pago basado en dólares llamado SWIFT.
- India ha firmado acuerdos con Japón para recibir yenes a efectos de financiar proyectos internos de desarrollo, en lugar de recurrir a instituciones de desarrollo estadounidenses, al propio gobierno de EE.UU, o al Banco Mundial.
- Japón ha acordado eludir el dólar y comerciar directamente con China en varios miles de millones de yuanes y yenes. Se asegura que el movimiento apunta a cubrir el riesgo de la caída del dólar, a largo plazo, como moneda dominante del mundo.
- Suiza acordó ayudar a China a desarrollar su mercado offshore de yuanes para que más países puedan diversificar sus excedentes fuera del área del dólar. Según publica Bloomberg, el franco suizo es “una de las monedas que puede ser cambiada directamente por yuanes, evitando la conversión a dólares americanos”
- Rusia está buscando países a los que vender petróleo en rublos, en lugar de dólares, y su petrolera estatal está emitiendo deuda corporativa en monedas asiáticas en lugar de dólares. Bloomberg dice que “el objetivo de Rusia es alejar la cotización del petróleo del dólar estadounidense”
- Emiratos Árabes Unidos creó un convenio comercial bilateral con China (55.000 millones de U$S) para comerciar en dírham y en renminbi. El objetivo chino es buscar una moneda alternativa al dólar.
- El FMI incluyó el yuan en su canasta de monedas de reservas, con la que se establece el valor de los derechos especiales de giro (DEG). La suma total de la “desdolarización es de, al menos, 280 mil millones de dólares.
Esta no es la primera vez que EE.UU. vive una situación parecida a la actual, pero nunca tan grave. ¿Cómo resolvió esas crisis monetarias?
- El Acuerdo de la Casa Blanca de 1933. El Presidente Franklin Roosevelt creó unilateralmente un plan para reanimar la economía afectada por la Gran Depresión. Primero confiscó las tenencias de oro en poder de los privados. Luego, ordenó una devaluación del dólar del 60%, moviendo el precio del oro de 20,37 dólares a 35 dólares la onza.
- El Acuerdo de Bretton Woods, del 22 de julio de 1944. Cuarenta y cuatro países y 730 representantes se reunieron en New Hampshire, para adecuar el sistema monetario internacional, posterior a la Segunda Guerra Mundial. El dólar quedaría atado al oro a 35 dólares la onza y el resto de las monedas del mundo quedaban atadas al dólar convertible en oro. Allí se sentaron las bases del señoriaje monetario de los EE.UU. sobre el resto de las monedas y el comercio internacional, consagrándose como la divisa de reserva de valor a nivel mundial.
- El Acuerdo Smithsonian de diciembre de 1971. Bajo la Presidencia del Presidente Richard Nixon, y a pedido de EE. UU., se reunió el “Grupo de los 11”: Reino Unido, Japón, Canadá, Francia, Alemania Occidental, Bélgica, Países Bajos, Italia, Suecia y Suiza, todos aliados cercanos a EE.UU. En ese Acuerdo, convalidaron la propuesta de Nixon de devaluar el dólar en un 8%, lo que significaba el principio del abandono del patrón dólar, adoptado en Bretton Woods.
- El Acuerdo de Jeddah (Arabia Saudita), en Julio de 1974. Nixon enfrentaba una crisis petrolera, una inflación descontrolada, el desplome del mercado bursátil y recesión. El Presidente Nixon decidió abandonar definitivamente el patrón dólar y liberar la emisión de moneda de las reservas de oro de Fort Nox, sustituyendo el “oro metalífero, por el “oro negro”, el petróleo. Nixon envió a Henry Kissinger Y William Simon a Arabia Saudita, que lideraba la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP). En esta reunión de Jeddah EE.UU. firmó con el monarca saudita el “Acuerdo Petrodólar”. Este acuerdo determinó que el precio internacional del petróleo se fijara en dólares, impidiendo cualquier transacción sobre petróleo, gas y otros combustibles en una divisa diferente al dólar. Ello a cambio de que el ejército de EE.UU. defendiera a la familia real saudí y al propio reino de toda amenaza regional o extra-regional. Se trazó así una alianza estratégica de largo plazo entre EE.UU. y Arabia Saudita, que perdura hasta la actualidad. Como todo el mundo necesita petróleo, todo el mundo necesitaba dólares para poder comprarlo. Esta enorme demanda de “Petrodólares”, salvó al sistema financiero de los Estados Unidos. El respaldo de los nuevos dólares emitidos ya no era el oro sino la demanda generada por la compra-venta de petróleo a escala mundial. Este fue el comienzo del emisionismo desmedido que ha llevado a la situación actual, manteniendo artificialmente el predominio del dólar frente a las demás divisas.
La dificultad actual para mantener la hegemonía del dólar como divisa monopólica en las transacciones petroleras, deviene los cambios geopolíticos que se han operado por la emergencia de Rusia, China y la UE, como potencias que desafían el predominio del dólar. Por otra parte la aparición de cripto-monedas o monedas digitales como el Bitcoin, también resultan un desafío al señoriaje del dólar. Estaríamos pasando del patrón oro al Bitcoin, del petrodólar a las criptomonedas, lo que algunos ven como la muerte del dinero físico, el billete, y su reemplazo por las monedas digitales.
Se nos podrá decir que la desdolarización no existe. Que apenas la FED sube la tasas de interés para los bonos del tesoro a 10 años, provoca lo que se llama un “fly to security”, por el cual los dólares de los países emergentes son succionados por los bancos americanos. Sin embargo, esta política de endurecimiento monetario y dólar más fuerte produce consecuencias no deseadas para la economía estadounidense: incrementa el endeudamiento, disminuye la competitividad de la economía en general, abarata
las importaciones, incrementa el consumo y, en consecuencia, tiene efectos inflacionarios que le impedirán a la FED alcanzar las metas de inflación propuestas.
Las cripto-monedas son medios de pago virtuales, que permiten el intercambio comercial, independiente de gobiernos y bancos centrales, mientras quienes participan en esas transacciones permanecen en el anonimato. El caso más conocido es el bitcoin, pero ya existen cientos de criptomonedas que están revolucionando el comercio internacional. El Bitcoin se propone como la moneda de máxima libertad (sin bancos centrales que la regulen) y que promueve las más sofisticadas habilidades cibernéticas. El dinero se independiza del oro, del intercambio y de la razón de Estado. Este tránsito del patrón oro, pasando por los petrodólares hasta llegar a las criptomonedas o monedas digitales, es el producto de las dos hipótesis que enunciamos: el paso de una geopolítica unilateral a una multilateral y el estallido de una guerra comercial a escala global.
Cada uno de estos tres procesos que hemos enunciado, o los tres juntos, interactuando entre sí, pueden ser los parteros del nuevo equilibrio geopolítico del Siglo XXI.