Con 5 nominaciones de la Academia, la opera prima de Emerald Fennell es una muestra de la influencia sobre Hollywood de los movimientos en defensa de los derechos de la mujer, y como tal, llega en el momento justo. La directora y a la vez guionista (nominada en ambas categorías) supo imprimir un estilo de comedia dramática negrísima para su primer film, algo tan característico del humor británico.
Para encarnar a este personaje femenino de aspecto angelical pero al borde de lo psicópata, eligió acertadamente a Carey Mulligan, nominada al Oscar a mejor actriz. Su personaje, Cassandra, acarrea un sentimiento de culpa por no haber podido proteger a su amiga del alma de un abuso sexual. El deseo de vengarla la envenena, al punto de no poder rearmar su vida después del trágico suceso. Es inteligente, sexy, manipuladora y vive una doble vida propiciando las situaciones abusivas para castigar a los que caigan en sus redes. Cassie es una caja de sorpresas para los hombres que contacta en los bares, en medio de una sociedad que muestra su lado más perverso detrás de una fachada de normalidad.
El film evita una división maniquea entre buenos y villanos. Así lo manifiesta la directora Fennell: “Siempre me interesó porqué la gente buena hace cosas malas y qué le pasa a la gente que cree que es buena hasta que se da cuenta que es mala, y eso mismo es lo que Cassie intenta probar, por un camino más problemático que al que nos tienen acostumbrados estas historias”. Comentario aparte, a Emerald Fenell ya la conocemos como actriz interpretando a Camilla Parker Bowles en la serie británica The Crown.
Comedia dramática que no cae en lugares comunes con una vuelta de tuerca final con toques negrísimos. Es un film corrosivo, original e inclasificable, y en esto reside su virtud.
por Lic. María Andrea Piazza