J’accuse es el reciente estreno en cines del ecléctico director de origen polaco Roman Polanski (El pianista, El escritor oculto, y también de las famosas El bebé de Rosemary, Repulsión, 1965) y debe su nombre a una famosa carta abierta escrita por el intelectual Émile Zola publicada en el periódico L’Aurore en 1898.
La historia real del militar juzgado por sus pares por traición a la patria tiene un claro trasfondo de antisemitismo. Una de las primeras frases que abre el nuevo film de Roman Polanski es un comentario despectivo sobre los judíos y está pronunciada por el coronel Georges Picquard, uno de sus principales detractores y paradójicamente, luego convertido en su principal defensor.
La acción comienza con la destitución de Dreyfus (de origen judío como el propio director) del cuerpo militar francés acusado de ser espía de los alemanes en 1895. Georges Picquart (Jean Dujardin, de El artista y protagonista absoluto de esta historia) asume, apenas después del escándalo, el liderazgo de la unidad de inteligencia que descubrió al espía. El inicio de una investigación llevará a Picquart a descubrir que ha habido muchas maniobras dudosas en esta condena y que nadie está demasiado preocupado porque se conozca la verdad. De ahí en más Picquard se transformará en la figura determinada a demostrar la inocencia de Dreyfuss (el tema del falso culpable es un leit motiv en la obra de Hitchcock a quien Polanski admira y ha homenajeado en varias de sus películas)
El caso Dreyfus fue la punta del iceberg que puso en evidencia una ola antisemita en toda Europa cuando el odio a los judíos cobraba fuerza en Francia. La denuncia acerca de las irregularidades del juicio por parte de Picquart y la acción del escritor Émile Zola como un ejemplo de intelectual comprometido, más el creciente descontento social, pusieron al descubierto toda la corrupción en los círculos de poder del cuerpo militar francés.
Al reconstruir uno de los affaires judiciales más famosos del mundo, muchos lo entendieron como un intento de Polanski de seguir denunciando la supuesta falsa acusación que pesa sobre su nombre desde hace 4 decadas Hay quienes separan al hombre de su obra pero ¿lo habrá separado el propio director?
Una narración clásica en formato de thriller tribunalicio que no apela a la emoción del espectador; el director no pretende que Dreyfuss o Picquard nos caigan simpáticos, lo que busca es la verdad. Actuaciones sobrias pero excelentes se suman a una gran puesta en escena de época tanto para los espacios abiertos que no abundan, como en los interiores asfixiantes de los cuarteles, tal como las mentiras y manipulaciones que ahogan la verdad.
por Lic. María Andrea Piazza