Por Jorge Dulitzky
‘Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles, cólera funesta que causó infinitos males’. Así comienza el canto de Homero, el poeta ciego del siglo IX aC. La guerra fue provocada por conflictos con mujeres, pues el aqueo Telamón raptó a la troyana Hesione (hermana de Príamo) Paris intentó rescatarla pero no lo logró y raptó a su vez, a Helena. Agamenón le quitó la novia a Aquiles y después de la guerra tomó a Casandra (hija de Príamo) como amante, pero al regresar a Micenas, Clitemnestra y su amante Egisto asesinaron a ambos.
La acción comienza con las tropas de Agamenón en Aulide, cerca de Micenas. Él cazó un ciervo sagrado en bosque de Artemisa. Los vientos dejaron de soplar haciendo imposible la navegación y una plaga cayó sobre el ejército. La diosa exigió sacrificio de Ifigenia, su hija de Agamenón, y volvieron los vientos permitiendo que los barcos suelten amarras
Cuando llegaron a Troya, Agamenon secuestró a Criseida, Hija de un sacerdote de Apolo y Aquiles secuestró a Briseida. Otra vez los dioses ordenaron a Agamenón la devolución de Criseida y así lo hizo pero le sacó Briseida a Aquiles, quien a partir de ese momento se negó a pelear.
Aquiles le prestó su armadura a su amigo Patroclo, quien salió a pelear y lo mató Héctor, el hijo mayor de Príamo. Aquiles desafió a Héctor a una pelea a muerte. Héctor lo esperó frente a las murallas y cuando Aquiles estuvo cerca, Héctor comenzó a correr. Dio tres vueltas a Troya y se detuvo y Héctor y lo mató. Se celebraron juegos funerarios en honor de Patroclo durante 8 días en los cuales Aquiles se movía arrastrando el cuerpo de Aquiles con su carro, que permanecía curiosamente incorrupto. Príamo visitó en secreto a Aquiles y le propuso entregarle oro a cambio del cuerpo de Héctor. Aquiles aceptó y Príamo pudo hacer un funeral a su hijo.
Los aqueos de Agamenón simularon dar por terminada la guerra y zarparon con sus naves, pero las estacionaron en secreto en un recodo del Egeo. Ulises hizo construir un caballo con un enorme vientre y lo dejaron como regalo para los troyanos, que danzaron, bebieron y lo entraron hasta la plaza. Casandra desconfiaba e hizo que se golpearan los costados, pero no descubrieron nada. Esa noche, Menelao, Ulises, Ayax y otros salieron del caballo y mataron a Príamo. Menelao entró a los aposentos de Helena pero al verla se paralizó, dejó caer la espada, se arrodilló y puso su cabeza entre sus piernas.
Paris vio Aquiles a persiguiendo a una mujer en el Templo. Tensó su arco, apuntó y disparó. Iba a la garganta de Aquiles, pero uno de los dioses logró desviar la flecha y se clavó en el talón de Aquiles. Su grito de horror fue más potente que un trueno. La flecha estaba envenenada y durante tres días Aquiles agonizó hasta que murió. Fue enterrado cerca de Troya. Poco después, Paris fue muerto por un tal Filoctetes.
Agamenón emprendió el regreso, tomando como amante a Casandra. Clitemnestra recibió a su esposo ofreciéndole un baño en una bañera de oro. Cuando Agamenón salía, le puso una toalla sobre el cuerpo, que era una fina red que lo inmovilizó. Entró Egisto y le partió el cráneo con su hacha.
Heinrich Schlieman
Nació el 6 enero 1822 en Alemania. Hijo de un pastor protestante destituido por mujeriego. La madre murió de parto cuando el chico tenía 9 años. Solo hizo tres años de escuela. Trabajó como empleadito en tiendas hasta que un borracho entró recitando la Ilíada, y quedó muy impresionado. Fue a Hamburgo y trabajó como contable. Vendió su reloj y abordó un barco rumbo a Venezuela para probar suerte. Una tempestad hundió el barco y él cayó desnudo al mar helado, se aferró a un cajón y llevado por el viento hasta que fue rescatado con otros 13 sobrevivientes. Sólo el equipaje de Schliemann llegó intacto. Después, empezó a trabajar en un negocio donde llevaba y traía cartas al correo. Durante este periodo, a pesar de vivir en condiciones precarias, se dedicó a estudiar varios idiomas. A los 22 años dominaba siete y entró en la empresa Schröder. A los 24 aprendió ruso y Schröder le envió como representante a San Petersburgo en 1846. Se independizó en 1851 y vendió armas y provisiones a los rusos en la guerra de Crimea. A los 30 años ya tenía una fortuna de 400 mil dólares. En 1852 se casó con una aristócrata rusa, Ekaterina Petrovna Lishin, con quien tuvo tres hijos. El matrimonio fue un fracaso. Ella lo despreciaba por ser insuficientemente rico y poco aristocrático. En 1859, fue a California e hizo otra fortuna de 250000 dólares revendiendo polvo de oro. Se hizo banquero gracias a un préstamo del banco Rothschild e incrementó su fortuna. Estaba harto de Ekaterina y supo que en Indianapolis se aprobaba el divorcio. Se hizo ciudadano Estados Unidos y se divorció.
Tenía 41 y decidió retirarse de los negocios. Quería descubrir Troya. Conoció al obispo Theokletos Vimpos y le pidió que le buscara una esposa griega. Vimpos le propuso a su sobrina Sophia Engastromenos de 17 años, que vivía con sus padres en Colonos, a 2 km de Atenas.
En 1869 la boda fue el acontecimiento más importante desde que Sófocles escribió Edipo en Colonos, parecía una fiesta nacional, hubo fuegos artificiales y en la ceremonia leyeron las Bodas de Caná. Tuvieron una hija que se llamó Andrómaca, como la esposa de Héctor. Luego nació Agamenón. Los chicos fueron bautizados con la Ilíada sobre su cabeza en vez de la Biblia.
Para excavar se necesitaba un firman del Gran Visir del gobierno turco, que recién obtuvo en abril de 1870. El primer hallazgo fue un bloque de mármol con una talla de Apolo. Logró envolverlo y mandarlo a Atenas de contrabando. El segundo hallazgo fueron unas horquillas de plata para el cabello, agujas de marfil, cuchillos, dagas, anillos y brazaletes. A comienzos de 1873, Schliemann descubrió un escudo de cobre. Debajo había una marmita, con un botellón de de oro, una copa con dos asas, otra de plata, dagas, cuchillos y un cofre repleto de joyas. Sophia trajo su chal rojo y se llevaron el tesoro a su habitación. Volcaron todo sobre la sábana blanca de su cama. La colección de joyas los dejó enmudecidos. Había miles de botones de oro. Schliemann tomó una de las diademas y se la colocó a Sophia. ‘Reina Sophia!!’ exclamó. Decidieron no declarar el hallazgo, pues temían que lo confiscara el gobierno turco. Esas joyas pertenecían a Grecia y allí pensaban llevarlas. Prepararon un canasto con ropa sucia y metieron las joyas en el fondo. Escaparon a la inspección y en Atenas fue llevado a una casa alquilada por un pariente para no despertar sospechas, donde quedó escondido. Ofreció a las autoridades griegas la construcción de un Museo, pero el gobierno griego no quería problemas con los turcos.
Finalmente, propuso donar el tesoro al Museo de Berlín, poniendo condiciones difíciles al Kaiser Guillermo: quería ser nombrado ciudadano honorario de Berlín, recibir del rey la ‘Orden del Merito’, la colección pertenecería al pueblo alemán, no al gobierno ni al Kaiser, el Museo debería llevar su nombre. Accedieron a su pedido y el Tesoro quedó en Berlín.
Comenzó a sufrir intensos dolores de oído y decidió operarse. De regreso, hizo una escala en Nápoles para visitar Pompeya. El 24 de diciembre, salió del hotel para ver a su médico, cayó inconsciente en la plaza Santa Della Caritá. Perdió el habla por una lesión cerebral. La policía lo llevó al hospital más cercano. Lo revisaron buscando una identificación, pero no encontraron su billetera y un monedero lleno de monedas de oro que llevaba muy oculto en un bolsillo interior de su saco. El hospital no quiso admitirlo por no tener identidad. La policía lo llevó a la comisaría y encontraron una tarjeta del Dr. Cozzolini en su bolsillo. Lo llevó de vuelta a su Hotel y cuando estaban por operarlo otra vez, se murió. Faltaban pocos días para cumplir 69 años.