Las crisis generan dinámicas negativas que llevan a otras dinámicas negativas. Si uno se ve envuelto en ese movimiento, no puede salir. Es necesario tomar distancia, ver las cosas desde más arriba, valorar los fundamentos de la realidad y empezar a construir. La Argentina no es un paisucho miserable. La Argentina es un gran país y sin duda puede salir de este revolcón de incertidumbre que lleva al miedo. Pero hay que frenar la caída, crear confianza y evitar la desconexión del tablero y el posterior colapso.
Si uno mira con objetividad, la Argentina tiene una enorme capacidad de producir cosas, gente entrenada, recursos de todo tipo; ha reconstruido en los últimos años su propia energía, caminos, trenes, puertos; ha abierto cientos de mercados para cientos de productos; alcanzó un tipo de cambio muy competitivo, un presupuesto equilibrado; tiene un enfoque monetario responsable. Sin todo eso no se podía estabilizar. Ahora se puede estabilizar y se puede crecer.
Hace poco hablaba sobre la crisis griega con un alto funcionario comunista que me dijo dos cosas: “Al igual que la de ustedes, la crisis aquí no era económica, sino psicológica”; y: “La austeridad no es lo importante para crecer y salir de la crisis; lo importante es abrir la economía para poder producir y vender más”. Raro, pensé. Se pueden ver las cosas desde otro lado.
Para crecer, las pequeñas y medianas empresas de la Argentina necesitan dos cosas evidentes: que bajen los impuestos y tener acceso al crédito a tasas repagables con el crecimiento. Ambas se pueden lograr con una tercera: demostrar que no vamos a gastar más de lo que tenemos y que no vamos a quebrar. Eso es posible.
Los argentinos, los cuentapropistas, los asalariados y jubilados cuyos ingresos fijos están amenazados por la inflación y la devaluación, los desocupados, los comerciantes, los pequeños talleres, los profesionales necesitan que sus políticos acordemos mantener estable el actual nivel de gasto estatal, pero con un compromiso firmísimo, de hierro, de no aumentar ese gasto cuando la economía crezca y durante los próximos cinco años.
No es imposible. Lo que está está, pero no va a aumentar. Y mientras tanto el resto de la economía sí va a aumentar. Van a aumentar la actividad, la producción, el empleo, la inversión, las exportaciones, la integración de cadenas de valor, la cantidad de países que compren lo que produzcamos, la energía, la infraestructura, el turismo, la minería, la elaboración de alimentos, los servicios basados en el conocimiento, los emprendedores, el crédito productivo, la recaudación de impuestos. Y debemos acordar que todo lo que el Estado nacional y los Estados provinciales y municipales cobren de más se utilizará solo en bajar los impuestos y en pagar deuda. Eso generará más actividad por la baja de impuestos y más crédito y más barato por la disminución de la deuda pública. Ese es el acuerdo que hace falta. No es tan difícil. Hay que votar un presupuesto plurianual con esa regla.
Por cierto que para crecer hay que generar crédito y para eso hay que lograr, simultáneamente, que haya ahorro y que baje dramáticamente la tasa de interés. Si estabilizamos la economía creando confianza en que eso se mantendrá en el futuro próximo y en el mediano plazo, la tasa debiera bajar tanto como para permitir que una pyme tome crédito, se expanda y gane dinero. ¿La Argentina tiene ahorro privado para financiar a sus productores? Sí. Tiene miles de millones de dólares bajo los colchones o en el exterior, que es lo mismo. Los argentinos ahorran a interés cero. ¿Por qué ese ahorro no va a la producción? Porque todos los que ahorran miran si el Estado va a ser solvente o va a gastar más de lo que tiene hasta quebrar. Si ven lo segundo, no producen nada, compran dólares y ponen los dólares en la media, porque no quieren que algún gobernante se quede con sus ahorros. Si somos fiscalmente serios a futuro, por cinco años, podemos cortar esa dinámica y pasar al círculo virtuoso de construir la institución de una moneda seria y tener confianza, inversión y trabajo.
Se puede salir de la crisis rápido. Pero no hay que tomar el camino del precipicio, el de la impresión irresponsable de billetes sin valor, el del gasto irresponsable de lo que no tenemos y de lo que no nos prestarán, el de los políticos simpáticos pero irresponsables. Responsabilidad, seriedad, profesionalismo y confianza son las palabras y las actitudes que debemos pronunciar y asumir.
por Federico Pinedo
*Presidente provisional del Senado de la Nación.
FUENTE: La Nación, 21 de octubre de 2019
Comentarios por Carolina Lascano