Por Carmen Medrano
Esta historia, verídica, ocurrió hacia 1780 en la Villa de Luján y fue el rapto de Justa Flaminia Fredes, que acababa de cumplir dieciocho años y fue secuestrada el 28 de agosto, durante el famoso y terrible Malón del Día de San Agustín.
Nieta de un regidor del primer Cabildo de Luján, el capitán Juan de Fredes, fue una de nueve hermanos. Llegó a casarse y tuvo un hijo cuando todo ese mundo desapareció y ella se vio atada de a caballo, una cautiva más entre los que la alejaban de los suyos.
Que se haya llamado a Luján tierra de fronteras no alude sólo a la línea de fortines que la separaba del desierto sino a las de sus orígenes fronterizos entre la razón y el misterio. Lo prueba, incluso, su situación geográfica: hacia 1630 un paraje desolado a orillas del río Luján, donde ninguna autoridad hubiera previsto fundar una ciudad.
Fue poblado, y fue Villa y fue Ciudad. ¿El motivo? una imagen de la Inmaculada Concepción que no pudo ser removida del sitio por las carretas que la iban transportando con otras mercaderías de Buenos Aires al Norte.
Diversos acuerdos de paz fueron realizados entre los españoles y los indígenas pero disposiciones del virrey Vértiz ocasionaron malones de represalia en agosto de 1780. Comandaron el malón a Luján los caciques Callfilqui y Gurchulep que se sentían especialmente agraviados por los españoles y convocaron a mil quinientos indios de Sierra de la Ventana y de las Salinas. “La resolución fue golpear la frontera de Luján al mando de Callfiqui, del Cacique Negro ( de nombre Chanel y etnia tehuelche, su prestigio se acrecentó a raíz de este malón) y tal vez de Gurchulep… (Crivelli, Todo es Historia nº283, enero 1991).
Interesan a esta historia detalles que se leen en los libros de difuntos del Archivo Parroquial de Luján escritos por el párroco, presbítero Cayetano de Roo, testigo de los hechos:
“Suceso memorable acaecido en veinte y ocho de Agosto Día de San Agustín en este Pago o Parroquia de Ntra. Sra. de Luján”
“Con motivo de haberse roto la paz con los indios en la frontera de Luján por orden del Exmo. Sor. Virrey, que habían mantenido por muchos años sin hostilizar este partido sucedió este día empezando desde la prima noche antecedente que vinieron a vengarse en número tan considerable qual jamás se ha visto … llegarían a dos mil, lo que aparece ser verdad por las hostilidades tan grandes que hicieron, tomando por objeto de sus iras casi nueve a diez leguas …en cuyo trecho hicieron las hostilidades más atroces, pues después de haver unos robado todas las haciendas que havía en ese espacio, (sin reservar las de Na. Sa. de Luján) … otros acometían como león a los ranchos y estancias donde con la mayor inhumanidad mataban dejando cada hombre como un mártir según nuestros ojos lo vieron y a las mujeres y niños, bien atados los llevaban cautivos,… pero, aún huviera sido más sensible el dolor y la pena si como temíamos se hubieran acercado e intentado entrar en la Villa en donde no havía defensa ninguna; sino el de la Bellona Divina del Cielo, Patrona especial de esta Villa, María Señora de Luxán, Quien como madre especial defendió en esta ocasión a sus tristes hijos de las manos de sus más crueles enemigos…”. Asimismo el padre Roo agregó sobre uno de los márgenes: “El instrumento de que se valió esta S.Sra. Para que sus enemigos no llegaren a su Santuario fue una densa niebla que no les dejaba conocer el lugar ni Campo por donde andaban…”
Hay en el documento la nómina de los pobladores muertos y enterrados. Como anotación que concierne a la cautiva Justa Fredes, leemos: “…Y en dicho día mataron los indios a Henrique Ruiz … Marido de Justa Fredes, cautiva …”.
La salvación de la Villa por esa neblina que la volvió impenetrable, fue, según los creyentes, uno de los mayores milagros de María de Luján.
Para definir un malón, cito a Eduardo Crivelli: “…los indios organizaban partidas para atrapar caballos cimarrones y amansarlos. El malón fue una continuación violenta de esta práctica, pero buscó mucho más. Mantener a raya a los colonos, manifestar poder, doblegar las intenciones hostiles del gobierno de Buenos Aires y obtener cautivos de uno u otro sexo. Estos esclavos se constituirían en custodios del ganado o en esposas por las que no había que pagar; eran fuentes de prestigio, bienes enajenables y rehenes que podían canjearse por parientes prisioneros”.
La crueldad existió y la sufrieron conquistadores y conquistados. En lo que se refiere a los aborígenes, acertada es la reflexión del mercedario Alfredo Furlani: “La pérdida de su habitat para hombres muy integrados con la naturaleza implicaba un desgajamiento muy doloroso. La adquisición del dominio del caballo los convirtió en nómades ecuestres y en depredadores de hacienda, bienes y vidas de los europeos…”
Los conquistadores, los indios, los malones y los cautivos forman nuestra historia.
Transcribiré a continuación parte del archivo que me envió con gran generosidad Monseñor Juan Guillermo Durán, miembro correspondiente de la Academia Nacional de la Historia.
Historia de Justa Faustina Fredes transcripta por Salvaire.[Fol. 1r]
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“ Me acuerdo haber oído contar [fol. 2r] muchas veces a la finada mi madre, que en una grande invasión que hicieron los indios una noche de San Agustín, y que entraron hasta una cuadra de la plaza de esta Villa, hicieron muchos muertos y se llevaron un gran número de cautivas. Entre ellas se llevaron de una estancia, en su retirada, una joven llamada Justa Flaminia Fredes, de 18 años de edad, hija de doña Victoria Pintos de Fredes, la cual cautiva conocí yo, aunque nunca tuve mayor relación con ella. Desde este día del cautiverio la desgraciada madre que se quedó en esta villa iba todos los días al camarín de Nuestra Señora de Luján a clamarle con preces y lágrimas volviera a traer a la cristiandad a su pobrecita hija cautiva de los infieles.
Algún tiempo después, una mañana que estaba, según su costumbre, la afligida madre rogando y llorando por la vuelta de su hija, le vinieron a avisar que su Justa acababa de llegar a la puerta del Santuario, acompañada de una negrita también cautiva, envueltas las dos en quillangos, que llamaban quillapis, hechos de pieles de zorrinos. Da la madre un grito de hacimiento de gracias a Nuestra Señora de Luján, y baja apresurada a abrazar a su hija. Las demás personas que presenciaban esta escena aconsejaban a la madre la vistiera a su la hija de otro modo para hacerla entrar en el Santuario. ‒ No, contestó la madre, yo la quiero presentar a Nuestra bienhechora conforme me la ha mandado de la pampa.
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En la misma tribu había una negrita que era de Buenos Aires que los indios habían cautivado en una entrada que habían hecho hasta cerca de la ciudad. Esta negrita suspiraba también por su libertad. Entonces entraron las dos en amistad y proyectaron su evasión. La negrita le dijo una noche mostrándole en el cielo una estrellita. ‒ Yo sé que caminando y mirando siempre esta estrellita iremos a dar a Buenos Aires; y en esa misma noche emprendieron las dos la fuga poniéndose bajo el amparo de Nuestra Señora de Luján. Caminaban de noche y de día, temiendo ser sorprendidas por alguna partida de infieles se escondían entre las cortaderas, que en aquel tiempo todos estos campos eran como un bosque de cortaderas. La misma noche que precedió el día en que llegaron a Luján ni sabían siquiera que estaban tan cerca de los cristianos; a la madrugada siguiendo siempre el centelleo de la pequeña estrella, ¡cuál no fue su admiración y su alegría se encontraron frente a la Villa de Luján!… . En los primeros años de mi vida me acuerdo que se hablaba mucho de dicha cautiva Justa Fredes, y que todos atribuían a milagro patente de la Virgen de Luján su fuga entre los indios infieles…” El suceso es recordado por Micaela Senra,” natural de la Villa de Luján” y figura en la Historia de Nstra Sra de Luján, 1885, del P. Jorge María Salvaire (1847- 1899).
El P. Salvaire, sacerdote lazarista francés, había sido enviado a misionar a nuestro suelo. A punto de ser lanceado por los indios de los caciques ranquelinos de Salinas Grandes fue rescatado por un capitanejo de la familia de Manuel Namuncurá. Ante la cercanía de la muerte, el P. Salvaire invocaba a la Virgen de Luján y, en la salvación de la vida, vio un milagro. Por eso, se comprometió difundir la devoción por María de Luján. Trabajó intensamente como capellán del santuario, como historiador de los hechos de la Virgen, y como promotor de la edificación de la actual Basílica, que no vio ya que fue concluida en 1935.
Para el padre Salvaire fue un milagro el regreso de Justa Flaminia Fredes a su hogar.
Y yo también creo que fue un milagro que avanzaran sin que nadie las detuviera ni a Justa ni a la negrita por llanuras sólo cubiertas por cortaderas y transitadas a menudo por indios de a caballo. Una estrella iría a servirles de guía para acercarlas a Buenos Aires, pero llegaron a Luján, meta que debe haber hecho desaparecer el terror con que fueron moviéndose quién sabe cuántas leguas.
Justa volvió a su hogar, cumplió con amor sus promesas a la Virgen pero no se retiró de las actividades humanas. Se casó dos veces más: su segundo marido fue el sevillano Pedro Gamero y, habiendo enviudado nuevamente, el tercero fue Juan Fernando Rodríguez Flores, con quien tuvo nueve hijos¡ uno de ellos, sacerdote.
Murió en Buenos Aires el 20 de septiembre de 1830, a los sesenta y ocho años.
¿Fue un milagro la huida del malón? ¿Fue un milagro de la Virgen que Justita pudiera proseguir una larga vida de familia después de todo lo sufrido?
Sólo tenemos la certeza de que Justa Flaminia Fredes tuvo que padecer las inclemencias de nuestro devenir histórico. Como tantos otros cuyos nombres no pasaron a la fama pero a quienes debemos mantener vigentes en nuestra memoria, por sus acciones y sus sufrimientos.
Fuentes bibliográficas: Archivo Basílica Nacional “Ntra. Sra. de Luján”. Registros y documentación que figuran en el sitio web de Family Search. Autores: Jorge María Salvaire, Monseñor Juan Guillermo Durán, Eduardo Crivelli, Juan Antonio Presas, Luis V. Varela, Alfredo Furlani y Carlos Martínez Sarasola. Foto: Adrian Melo
Comentarios por Carolina Lascano