EL AMBITO: EL FORO DE LA CIUDAD
Al empezar la reunión, el presidente del Club del Progreso, Roberto Punte, se dirigió a los presentes: “No les vamos a decir qué es el Club a Patricia Bullrich porque ha venido otras veces y no hace falta que les digamos a ustedes quién es Patricia: ustedes han venido porque saben quién es’ .Baste decir que preside el partido Propuesta Republicana (PRO) y fue entre 2015 y 2019 ministra de Seguridad de la Nación. Antes había sido diputada nacional por la Capital entre 2007 y 2015, y entre 1993 y 1997. Y se desempeñó como ministra de Trabajo entre octubre de 2000 y octubre de 2001.”
Los asistentes, unos setenta, sobrepasaban en mucho la capacidad del comedor y se habilitó el hall contiguo, con una pantalla que permitía ver el estrado, que la titular del PRO compartió con el presidente Punte y el vicepresidente 1° del Club, Eduardo Guarna.
La acompañaron también en la mesa principal el diputado nacional Pablo Tonelli (PRO) y la ex diputada nacional (2011-2019) Cornelia Schmidt-Liermann (PRO), que presidió tres años la Comisión de Relaciones Exteriores.
LOS PRINCIPALES CONCEPTOS EXPUESTOS RECOGIDOS POR EL PERIODISTA JORGE ROUILLION
“Comenzo la exposición expresando que “Financiamos un Estado que empobrece al conjunto de la sociedad…“Estamos fundidos, sin reservas, financiando un Estado que va empobreciendo al conjunto de la sociedad”, dijo Patricia Bullrich al disertar en el Club del Progreso, de la ciudad de Buenos Aires, el pasado jueves.
Afirmó que hace falta “no un cambio liviano”, sino un cambio de la matriz productiva, ética y moral de la Argentina. “Haciendo las mismas cosas nos caemos cada vez más”, dijo. Además de temas políticos, económicos y educativos, abordó el orden y la seguridad. Dijo que la Argentina tiene dos zonas tomadas: Rosario y parte del sur. “No puede haber zonas liberadas por seudomapuches y narcotraficantes”.
Mencionó el coraje que la Argentina necesita para encarar el proyecto de un país normal y señaló: “No le tengo miedo al conflicto”.
“No vamos a amedrentarnos ante aquellos que quieren impedir el cambio en la Argentina -puntualizó-. Cada vez que intenten tomar una escuela, una fábrica, ahí tenemos que estar”.
Ese encendido final antes de las preguntas, suscitó fuertes aplausos y hasta algún asistente que exclamó “¡Vamos, Pato!”, en una exteriorización inusual en los almuerzos del Club del Progreso.
APRIETES Y BLOQUEOS
La reunión se realizaba al día siguiente de las concentraciones en el Obelisco y en Plaza de Mayo que cortaron el tránsito en el centro de la ciudad. Y Bullrich observó que empieza a haber una rebelión en la sociedad, para decir “basta, no me dejo apretar más”. Así, comentó que comerciantes de la Avenida de Mayo reaccionan: “No podemos vivir más en una ciudad tomada”.
Consideró que es un crimen el bloqueo a la fábrica de lácteos Vidal, en Moctezuma, donde todo un pueblo gira alrededor de esa empresa. Afirmó que la Argentina tiene que terminar con los piquetes, con los aprietes a las empresas, con la idea de que acá vale todo. Los ataques a la libertad de trabajo deben ser reprimidos de manera inmediata y manejados por la Justicia.
Puso énfasis en promover la economía capitalista, con productividad, removiendo las regulaciones que traban la producción, porque “hay trabas por todos lados”.
Y en segundo lugar, subrayó el orden. “A Rosario hay que entrarle con todo”, dijo, entre aplausos, señalando que no se puede permitir que en una sociedad con tanta pujanza se viva en medio de cientos de extorsiones y amenazas.
Atribuyó la falta de respuesta a una cuestión ideológica. “Es la ideología de no entender que la gente quiere vivir en paz. Y no en una ciudad donde tenés que hacer cuerpo a tierra porque pasan tiroteando”. Reconoció que no se va a terminar el narcotráfico, pero dijo que hay que podarlo todos los días: “El día que dejás de podar una planta, crece”. No se va a terminar pero hay que molestarlos, hacerles cosas que les hagan la vida imposible. Que ellos empiecen a buscar donde les sea menos difícil. “Hay que desarmarles el negocio”.
HACIA EL FUTURO
Bullrich fue preguntada sobre el futuro. Estimó que la situación nos pone ante un dilema: por un lado, la apatía que genera pensar que la Argentina tiene problemas inexorables que nadie parece querer superar, pero por otro lado, hay un sentido de lucha, que lleva a decir: “La Argentina se nos va pero yo no quiero”. Recordó que justo dos años antes, el 17 de agosto de 2020, mucha gente salió a las calles por la libertad.
Y estimó que hay que “empezar a salir de lo políticamente correcto”. Valoró que el 41% obtenido por Juntos por el Cambio en las elecciones de 2019 permitió balancear el avance hegemónico del kirchnerismo. Observó que éste llevó a que el peso del Estado en el PBI hace que no sea sustentable, al pasar del 23% al 44%.
Afirmó que los planes sociales han sido la política más retrógrada, más antiprogreso, más antimovilidad social. En 2001 había 60.000 planes sociales por la emergencia, y la gente tenía identidad laboral: “Soy tornero, soy empleado”, aunque lo hubiera afectado entonces la desocupación. Estimó que esa identidad laboral en gran medida se ha ido perdiendo al generarse un modo de vivir sin trabajar.
En la población, agregó, tenemos: 1) los activos, que trabajan; 2) los jubilados, en la pasividad, tras una vida de trabajo, y 3) inactivos, que no trabajan y piensan en recibir un cheque o una tarjeta a fin de mes. Precisó que siendo ministra de Seguridad, le quedó bien en claro que la inacción de miles de jóvenes genera violencia.
Y señaló que hay cantidad de personas que no trabajan y son reemplazadas por personas venidas de países vecinos (que además acceden a servicios de salud, educación, etc.).
EMPLEOS REPRIMIDOS
Comentó que en sus viajes por el país ve muchos empresarios con capacidad de ampliar su planta laboral y deseosos de hacerlo, pero restringidos por temor a juicios laborales, regulaciones que traban el desarrollo, etc. Estimó que hay en el país dos millones de empleos reprimidos. Hizo hincapié en la importancia de la educación: “Hace falta un Sarmiento de este momento”. Señaló que la educación primaria hoy hay que entenderla como el conocimiento fundamental que tiene que tener una persona para poder desenvolverse en la vida, las habilidades básicas. E incursionó en la enseñanza técnica, para una salida laboral; en el despliegue del lenguaje de la computación, y otros puntos. No puede ser que los chicos tengan un día de clase cada muerte de obispo, dijo, o que pasen de curso como si nada, hasta el extremo de que en alguna jurisdicción se admita pasar de año con 19 materias pendientes.
por Jorge Roullion