Canto a la victoria de los justos*.
porque Yahvé sostiene a los humildes
y hasta la tierra abate a los impíos.
Salmos 147, 6
Por Graciela Maturo.
Habíanse aliado los poderosos de la Tierra
y avanzaban en medio del aquilón,
con rostro descompuesto y estrépito de armas.
Ella resplandecía en soledad,
con sus hijos dolientes y dispersos;
pero un viento tenaz removía los muros
golpeando al dormido en la mejilla
hinchando el pecho del afligido
doblegando los ramos, las maderas.
El fuego nuevamente los convocó en la casa
donde vivía el canto y la memoria;
el pan y el vino estaban
allí, sobre la mesa
y la sombra del Padre velaba en el Hogar.
Y vieron que el Hogar era una Torre, un Templo.
Alzaron las murallas
y con cal repararon sus roturas
para cuidar el fuego de la casa
-el aliento de Dios vivía en ella-.
Y la ciudad, el monte, la llanura,
revivíeron nublados por bandadas de pájaros
en el rocío puro de la mañana.
Ella se irguió vestida de cólera
con el hábito bello y terrible de las madres.
Tanto brilló su rostro que los reyes huyeron;
se dieron a la fuga los poderosos
porque como una espada resplandece el Amor
porque resuena como el rayo el estallido de la Justicia.
Sobre el mar, sobre el monte, sobre el llano
en la casa reconstruida con sal y lágrimas
vendrá a reinar un Rey más poderoso;
el que da de comer al despojado,
el que consuela al moribundo,
el Príncipe de Paz.
Grande es su señorío
y su Reino no tendrá fin.
*Escrito en 1982, con la inspiración del Salmo bíblico, cuando el Reino Unido enviaba su flota a la Argentina
El duende.
Por Norberto Pannone.
Hoy llueve.
Domingo sigiloso
con su pátina gris.
Anoche anduvo un duende
hiriendo la ventana mal cerrada
y en un descuido mío,
cuando casi pensaba,
escuché que reía
con su burla profana
y al reír se mofaba
de la fresca ternura que dejaste olvidada;
de la cama blasfema
de aquel cuarto alquilado
y el pecado ultrajando la fatal almohada;
del perfume y la sombra que dejó el olvido
en la musa procaz del blanco lecho.
Y escuché que llovía
por la calle temprana,
por el cuarto vacío,
esta fría mañana.
Incantación de una edad desolada.
Por Carlos Penelas
Veo un perro en el cielo persiguiendo estrellas.
Un manuscrito del siglo XV, Scachs d´amor,
donde la dama aparece con su sensualidad
y el enroque italiano. También dioses y bestias fabulosas
en apretadas nubes, en un mar de tierra flotante.
La Tabula Peutingeriana en una biblioteca de Viena.
Miro las calzadas de una ciudad de nuestra patria.
Y ponchos que contienen la vaguedad del viento,
voces infantiles en las llanadas del verano.
También fuentes de piedra medievales,
playas de arena sobre un mar errante,
cuerpos de mujeres dichosas,
la evocación de una joven en El bosque animado.
El teatro romano, el Arco di Riccardo,
callejuelas donde la felicidad o la infelicidad
cruzan celos y abrazos.
Y yo, distraído, con una rosa pura entre los dedos
sin saber a quién darla.
Poema para mis hijas.
Por Guillermo V. Lascano Quintana.
¿Qué será de vosotras cuando parta?
Pues nada, porque como siempre volveré.
Volveré con las mañanas silenciosas;
En el canto de jilgueros y torcazas.
En el caballo alazán
Y en el champagne…
En el verde de los plátanos
Y el carmín de los malvones.
En el corno de la quinta sinfonía;
En un valsecito dulzón
Y en un tango canción.
En cada explicación
Y en alguna sinrazón.
En un ocaso frente al mar:
En los tarcos florecidos en verano,
En perfume de jazmín y villancicos;
En cada lágrima y en cada gesto de amor;
En cada tristeza y en todas las penas;
En el perfil afilado del mentón
De una mujer en flor; en un gol.
En el abrazo a un amigo querido;
En cada anhelo y en todas las risas.
En el pelo mojado de los chicos que vendrán
Y en vuestra memoria
Porque, como soy y he sido, me recordarán.
Diosa del misterio
Por Susana Quiroga
Nos miramos
y me dices
uno siempre está solo
quizás para consuelo
o para afirmar la propia soledad
En este instante
la soledad es una canción triste
como una balada que rompe los sigilos
o como las olas del mar que vienen y van
o como la certeza ineludible
de que así es la vida.
Y yo te miro desde la herida
y encuentro en tus ojos
la sensación de que la soledad
/diosa del misterio/
destella
en el umbral del silencio.
Amor argentino
Por Alicia Zamudio.
Amor argentino,
amor celeste y blanco,
lleno de cielo y nubes,
y sol alumbrando.
Amor argentino,
amor loco, amor dispar,
colmado de emociones,
amor pampeano, latino,
olor a carne sabrosa,
tierna y jugosa,
su color marrón,
teñido de tierra y río,
mezcla infernal
de mil desatinos,
conjugación total
de miles de aciertos.
Amor argentino,
gaucho, grande,
triste y tanguero,
artista y coplero,
te lo dedico amor,
con verde esperanza,
con Buenos Aires,
con todo este amor,
te quiero.
Conjuro divino
Por María Guillermina Sánchez Magariños
El horizonte
engulle agua y cielo.
Bautismo de pies
bajo la espuma
de olas aceradas.
Extraño mar cobrizo
reta a duelo
un sol llameante.
Misticismo y guijarros.
Apertura de plexos.
Donde la arena
despoja su humedad
ruedan confidencias
por los médanos.
Conspiración de virtudes divinas
que disgregan trinidades.
Con las zapatillas al hombro,
el Padre de Dios,
regresa de la playa.
Puerta a una verdad inalcanzable.
Por Mónica Aramendi
Con traje de huesos
y vísceras colgadas
en un armario
escribo versos.
Sin manos, sin hojas.
Memoria desierta
donde anida la falta.
Metáfora atemporal del poeta.
Canto para destruir
la melancolía del escenario
donde camino incompleta
y muda
entre la cesura de dos reinos.
Busco, sedienta,
el corazón de las horas,
la matriz insepulta
del verbo existir.
La tarde se quiebra.
Por Maximiliano Reimondi
La tarde se quiebra
en la mente
la mirada penetra el cielo.
Las olas juegan a ser diosas
la paz se convierte en un oasis
la alegría crea el mundo de las palabras.
Las palabras son niñas
mueven sus cuerpos
al ritmo de la vida.
Mi Barrio
Por Sonia Colombo
Mi rioba posta el Matadero,
Cuna de guapos y tangueros,
Donde plaman las reses,
Pa´l el morfi del purrete que crece
Enfrente estaba la perrera,
El auyido de los perros, las palmeras.
Una calle empedrada, otra de barro
Y bar de curdas, naipes y cigarros,
Las namis que yiraban en busca del bacan
En los bailes de Gorolo sonaba el Huracán.
El recuerdo de mi hermano recitando en la ventana,
Madre traigo entrañas, rabos, ¡cinco de la mañana!
Mi javie y yo pateábamos pa´l el yugo
Con un fecha con chele y un jugo.
Tardes de cimarron, totas fritas en la vereda.
Argentina año verde, solo el recuerdo queda,
Se me piantan las lágrimas de algo ya tan lejano
Veo la primavera pariendo cada brote, en la flor del manzano.
Como una violeta.
Por Maria Isabel Andriola
Cuando la conocí me agradó su figura
tan esbelta y graciosa.
Pero a la vez se notaba en ella,
una cierta timidez que se reflejaban
al mirar sus ojos de un color indefinido,
donde mostraban toda su ternura.
Observé en ella, la ausencia
de todo maquillaje
era parte de la naturaleza
de joven debió ser una belleza,
pero no una belleza llamativa
como es la de una rosa,
Si no más bien de una modesta
encantadora violeta…
Que se oculta humildemente
entre otras flores.
Ella, era como una flor, entre otras flores
en el jardín donde sueñan los poetas…
Aguas negras
Por Horacio Andrés Melgar
En las aguas negras
que me otorga el vino,
se agigantas las olas
del mar donde vivo.
Se ha hundido mi barca
en un remolino
entre las tinieblas
me siento perdido,
náufrago del alma
con todas mis ansias.
Me aferro a la tabla
única esperanza
que vuelvas conmigo.
Pero siento que es tarde
Tengo mucho frío…
“Consuelo de tontos
Que me otorga el vino!
La casa.
Por Cristina Larice.
El pan es la casa
Casamasa
Casahambre
Espíritu compartido
alimento de harina
alimento del alma
Somos de pan
casa que tiende la mano
reparte panes y migas
amasa el amor
pan Maíz
pan Trigo
pan Algarroba
pan Arroz
pan Mandioca
De pan es la Casa Corazón
de los ricos
de pan y vino.
CasaPan PaísPoesía
es mi casa
tu casa.
Brisa extraña.
Por Héctor Labonia.
Tengo los ojos abiertos,
pero nada veo, nada.
Sensaciones de algo
muy extraño, incoloro,
que se acerca a mí.
Me envuelve una brisa tibia.
De a poco se cuela
en mis interiores dóciles.
Llena los huecos orgánicos,
se adueña de mis sentires,
pulsa el corazón asombrado…
que responde con latidos
potentes, jamás sentidos,
con un novedoso ritmo,
inunda las arterias de sangre,
picante, alborotada, desbordante,
y me rindo al ingreso del amor,
cerrando los poros al escape
de esa neblina placentera.
Le hago el espacio necesario
para atraparlo eternamente.
Me domina y me encanta!
Gorriones de la noche
Por Aníbal Ariel Arona.
adentro de la noche /
muy adentro /
allí donde lo absurdo cobra vida /
el frío de todos los otoños
muerde la orfandad de las desnudas esquinas /
un cielo de cartón bosteza entre las sombras
el dolor de miles de gorriones /
que se trepan al silencio de los trenes
con un pan robado a la luna /
adentro de la noche /
muy adentro /
allí donde lo absurdo cobra vida /
gimen descalzos los sueños
y lloran de tristeza los zaguanes /
uno vende estampitas / otro flores /
aquel CURITAS
y en el tajo de una plaza
de carne se vende una hermanita /
adentro de la noche /
muy adentro /
allí donde lo absurdo cobra vida /
enfermo de ausencia y roto de coraje
agoniza lentamente el verdadero día
Poema de Susana Cattaneo
Seré la luz
que esplende
por todas las penumbras.
El invierno
de cada enamorado.
La erosión del mar
en las piedras solas.
Las tempestades
que golpearán raíces.
La noche plata
sobre un callado océano.
Aquellas vacaciones.
Aquel viaje.
Cada tarde vivida entre la lluvia.
Seré
las huellas de la playa
en otros mundos.
La sal de los orientes.
Lejanías de puertos
y leyendas.
La extranjera errante.
Aquella que encuentres
en tus pasos.
Seré todas las cosas.
Seré el olvido.
Contrapunto
Por Antonio Las Heras
Luz.
Hechizo.
Transparencias.
Sangre.
Candela suave.
Mandrágora.
Espacio.
Vacilación.
Tiniebla.
Cruel mirada.
Fervor.
Enigma.
Trascendencia.
Nada.
Historia acabada.
Comentarios por Carolina Lascano