Síntesis de su exposición en el “Foro de la Ciudad” el 23 de octubre de 2019.
Un pensador argentino de la década del 30 decía con justeza que somos un país anómalo, irregular, extraño. Para entender la excentricidad de la situación económica de la Argentina, conviene hacer un repaso de lo que pasa en el mundo avanzado económicamente y compararlo con nuestra realidad.
La inflación está desapareciendo en el mundo y el desempleo es el mas bajo en décadas. En Estados Unidos la tasa de desocupación (3,5%) es la más baja en 50 años. El efecto empleo se siente en todas las minorías, latina, negra y asiática. La inflación anual es de 1,7%
Los salarios están aumentando a costa de menores ganancias. Las expectativas de inflación de largo plazo están por debajo del 1% anual.
Varios países Alemania, Japón, están colocando bonos a plazos largos y tasas negativas nominales.
De 43 países socios del Fondo Monetario Internacional, que utilizan las metas de inflación como política macroeconómica de corto plazo, 28 que representan el 91% del PBI del mundo están por debajo de la meta. Es decir, tienen menos inflación de la que preveían.
El riesgo más importante de la economía hoy es el riesgo deflacionario no el inflacionario. El tamaño del ahorro mundial es de tal magnitud, que presiona hacia abajo las tasas de interés. Por la búsqueda de rendimientos es posible que lleve a realizar inversiones alocadas.
Aun así, y pagando 10 puntos más que el mundo la Argentina no consigue ni un dólar de crédito internacional. Los problemas argentinos resultan para el mundo tanto sorprendentes como exóticos. Tiene 54,5% de inflación anual, paga 11,3% por bonos a 10 años y no consigue fondos, está estancada hace 9 años en su PBI por habitante que viene bajando desde el 2011, la desocupación y la pobreza alcanzaron un valor récord.
Argentina tiene un problema financiero delicado. Debe 310 mil millones de dólares de los cuales 102 mil millones son intra-estado y no inciden, de los 205 mil millones restantes 73 corresponden a organismos multilaterales y 132 mil millones son privados en pesos y en dólares. La deuda devenga 11 mil millones por año que equivalen al 3% del PBI. Este es el superávit fiscal primario que no logra.
Por ello recurrió en mayo de 2018 a un crédito del Fondo Monetario de 15 mil millones para estabilizar su mercado de cambios.
Como Argentina no pudo volver al mercado y la inestabilidad continuaba, en octubre de 2018 amplio la asistencia a un Stand By por la suma de 57 mil millones de dólares, con desembolsos graduales y metas fiscales y monetarias.
El programa apuntaba a reducir gradualmente el déficit fiscal y ajustar drásticamente la emisión monetaria. El Plan del FMI establecía la flotación del tipo de cambio dentro de una banda preestablecida, que se ajustaba mensualmente.
La Argentina es una economía bimonetaria donde el ahorrista hace sus transacciones en pesos, pero la unidad de cuenta y la reserva de valor se hace en dólares. Un esquema gradual de inflación puede funcionar a muy largo plazo, como en el caso israelí.
A corto plazo solo se logran resultados fijando el tipo de cambio, estabilizando el tipo de cambio, eliminando la inercia inflacionaria, garantizando el superávit fiscal necesario y controlando la emisión monetaria. Exige además para su éxito, que el público crea en lo que se va a hacer.
Aunque en la historia reciente argentina hay experiencias exitosas como la de 1967 – Krieger Vasena- el Plan Austral 1995 y el Plan de Convertibilidad.lamentablemente para nuestro país, el éxito inicial no se pudo sostener por diversas circunstancias históricas, pero con un denominador de populismo facilista acelerado. El populismo ha creado “víctimas” de todo tipo : los pobres con planes, los indígenas, las mujeres etc. Al final el programa de victimización es tan extenso y comprensivo que logra infantilizar a toda la población, que espera que “el papa Estado” le resuelva sus problemas.
El cuadro institucional de una organización federal del Estado, con enormes espacios de muy baja productividad, que domina la representación del Parlamento, hace muy difícil hacer cualquier cambio en la dirección de resolver los problemas.
El futuro de la Argentina dependerá entonces del permanente conflicto de la realidad y los deseos de la población, que muchas veces ha respaldado a representantes que aspiran a sostener el modelo de gastar mas de lo que se produce. En ese marco, el futuro de la argentina no será muy distinto al pasado.
por Ludovico Videla